jueves, 25 de enero de 2018

Playmobil serie victoriana

En 1989 Playmobil sorprendía a grandes y pequeños con una nueva serie en su catálogo, la serie rosa/victoriana. Su intención era orientar esta nueva serie para las niñas, ya que hasta ese momento su catálogo no distinguía entre sexos. En su día no lo pensé, yo me compraba todas estas referencias sin pensar en estas cosas, pero años más tarde me indignó que Playmobil dirigiese esta serie para las niñas. Rosa para niñas y azul para niños, ¡eso es muy sexista! Prácticamente todas las marcas hacían lo mismo y lo peor es que a día de hoy se sigue haciendo. Espero que algún día un niño pueda jugar con muñecas con total libertad y una niña a coches sin sentir que están haciendo algo malo o que no están siguiendo la pauta marcada. Ya se sabe que cuando te sales de lo que es considerado normal, se burlan y te hacen la vida imposible.

Yo me compré y jugué con la serie rosa con la misma normalidad que lo hacía con cualquier otra serie que me gustase. Si me gustaba, lo compraba. Hoy en día sigo haciendo lo mismo, me da igual que lo enfoquen para un público determinado.


Hoy en día, todas estas referencias están muy cotizadas, tanto que es casi imposible hacerse con ellas sin desembolsar mucho dinero. Todas ellas descatalogadas desde hace ya muchos años y son muy difícil de encontrar. Con el paso de los años he ido consiguiendo muchas de ellas, pero no creo que consiga completarlas todas a no ser que tenga un golpe de suerte. Me apetecía recordar esos dioramas que venían en la parte trasera de las cajas. Sus montajes son preciosos. No me canso de observar sus detalles. Aquí os dejo todos los dioramas que he conseguido encontrar, espero que os traigan muy buenos recuerdos. Para los que nunca las hayan visto, espero que os gusten. La calidad de las imágenes no es del todo buena, pero no las he podido encontrar a mejor resolución. La gran mansión, la villa, el coche victoriano, la farola, el fotógrafo,...son todas referencias cargadas de una gran belleza y cuidadas al detalle. 

Llevamos años esperando que Playmobil renueve esta serie, pero con el paso de los años hemos perdido la esperanza. Las pocas referencias que se reeditan y venden exclusivamente en su página oficial es lo único que hemos podido disfrutar de esta olvidada serie. 

Quizás Playmobil recobre el interés por esta serie y nos sorprenda algún día, aunque pasen muchos años y ya peinemos canas. ¡Que vuelva la serie victoriana!







































Fuego en mi alma: Capítulo 02 - Un niño en nuestro interior

Capítulo 02

Un niño en nuestro interior

Artemisa miró el número en el papelito en el que había apuntado la dirección. Señaló una enorme mansión que tenían ante ellas. Agnes abrió la boca sorprendida.

Agnes: Es sin duda un gran cambio el que dieron. 
Artemisa: Sí, es una mansión preciosa y grande.
Agnes: Tengo ganas de volver a ver a Suselle. Es una nena encantadora.
Artemisa: Pues vamos allá. Imagino que nos estarán esperando.


Sabrina paseaba a su perro Elvis junto a su hijo, Walter. Miró a Agnes y Artemisa con desaprobación y habló con su hijo en voz baja.

Sabrina: Mira, las nuevas amigas de la pava de Sus. Cada día se las busca más raras.
Walter: Suselle ha llevado a la profe de francés unos dulces. Es una pelotera.
Sabrina: Sí, es una trepa como su madre. No te acerques a ella, te traerá problemas. Pues no me da la gana que quede como una reina ante la profesora. Venga, iremos a comprar ingredientes y le haremos una tarta.
Walter: Mamá, no sabes cocinar...
Sabrina: Cariño, compraremos los ingredientes ya mezclados...
Walter: ¿Mezclados?
Sabrina: Compraremos una tarta y haremos ver que la he hecho yo.


Artemisa llamó a la puerta y tras esperar unos segundos, un enorme oso les abrió la puerta. Agnes gritó asustada y por poco se cae de las escaleras. Artemisa agarró a Agnes y se alejaron de la puerta asustadas.

Diamante: ¡Hola!
Agnes: ¡Vámonos de aquí, Artemisiña!
Diamante: Oh, perdón...soy Diamante. No pretendía asustarlas.


Artemisa: ¿Es el esposo de Sus?
Diamante: Sí.
Artemisa: Ahhhh...
Agnes: ¿Y ese disfraz de oso? ¡Casi me da un infarto!
Sus: ¡Ya estáis aquí! ¡Pasad, que hace frío!


Artemisa: Hola, Sus. Nos hemos llevado un susto de muerte...
Diamante: Lo siento...
Sus: Lo siento, chicas. Es que Diamante se disfraza para un trabajo. Es la mascota de un equipo de baloncesto.
Artemisa: ¿La mascota?
Agnes: ¿No prefieren un animal de verdad?


Diamante se quitó la cabeza de oso. Las dos lo miraron confundidas.

Diamante: Este soy yo. Mi verdadero rostro. Bailo, salto y animo las gradas durante el partido.
Agnes: ¿Disfrazado de oso?
Diamante: Así es.

Agnes no pudo evitar echarse a reír. Se imaginó a Diamante saltando con ese disfraz delante de la gente y le pareció muy gracioso y ridículo.

Agnes: ¡Jajajaja! Ay, lo siento...¡Jajajaja!
Diamante: Si os gusta el baloncesto y sois del Chicago Clicks Raptors, os gustará mi actuación.
Artemisa: No somos muy de deportes, pero estamos seguras que tu actuación debe ser muy divertida.
Diamante: Oh, tengo que irme ya, que llego tarde.
Sus: Adiós, cariño.

Sus y Diamante se besaron y él salió de la casa con prisa.


Artemisa: Vaya, vuestra casa es espectacular.

La entrada a la vivienda era muy acogedora. Un sofá y dos sillones amarillos con cojines rosas, un pequeña mesita blanca con un florero sobre ella, una gran alfombra y dos cuadros enormes.

Sus: Gracias.
Agnes: Es muy acogedora, Sus. Bonita foto de familia. ¡Oh! Suselle era un bebé.
Sus: Sí, tenía un añito.
Artemisa: ¿Y ese cuadro del oso panda?
Sus: Se llama Pandy, vive con nosotros.
Agnes: ¿Vive un panda con vosotros?
Sus: Sí, es uno más de la familia. Está durmiendo la siesta, en cuanto se despierte, os lo presento.


Pasaron al comedor y allí las esperaba Suselle. Saltaba dándoles la bienvenida. Era un comedor muy amplio. Un cuadro de la boda de Sus y Diamante, una estantería con libros y películas, un pequeño mueble con la televisión, un sillón, un sofá y una estufa que mantenía la estancia caliente. Pandy dormía en su cesta con sonoros ronquidos.

Agnes: ¡Suselle!
Agnes: ¡Bienvenidas!

Sobre la mesa había una tarta de pinta deliciosa, unas tazas, azúcar, miel, sirope de fresa...

Artemisa: Muchas gracias.¡Menuda mesa!
Agnes: Tiene una pinta deliciosa. 


Agnes y Artemisa abrazaron a Suselle. El ambiente era muy acogedor. 

Artemisa: Tú debes ser Dante.

Dante jugaba con la tablet sentado en el sofá, junto a la estufa. No apartaba la mirada de la pantalla, parecía estar muy concentrado en algo importante.

Sus: Dante, saluda a las invitadas.
Dante: Hola.

Las saludó sin despegar la mirada de la tablet.


Sus: No seas mal educado y saluda como es debido.
Agnes: Oh, no pasa nada. No queremos molestarle.
Dante: Está bien...

Pausó el juego al que estaba enganchado y las miró. Le causó muy buena impresión, sobretodo Agnes. Le pareció muy guapa. De pronto le dio vergüenza y se arrepintió por haber querido arruinar la merienda.  

Dante: Hola...soy Dante.
Artemisa: Yo soy Artemisa y ella es Agnes.
Agnes: ¿A qué juegas?
Dante: Estoy estudiando...

Agnes le guiñó un ojo, sabiendo que mentía y siguiéndole el juego.

Agnes: Muy bien, Dante. Eres muy aplicado.
Dante: Gracias...


Sus: Es hora de merendar. Os podéis sentar dónde queráis.
Suselle: ¡Yo junto a Agnes!

Agnes se sorprendió ante el cariño que desprendía Suselle por ella. Se sintió afortunada pero no entendía que había visto en ella para quererla de esa manera. Se consideraba una persona poco divertida y con la que los niños se podían llegar a aburrir. 


Se sentaron a la mesa y pronto empezaron a comer. El pastel de frutas del bosque estaba delicioso pero las bolitas de chocolate rellenas de nata fueron la gran estrella. Bebieron infusiones y hablaron animadamente. 

Agnes: Soy gallega, Suselle.
Suselle: Galicia está lejos. ¿Echas de menos estar allí?
Agnes: Con toda mi alma. Por circunstancias de la vida, hace muchos años que me marché y no he podido volver para quedarme. 
Suselle: No estés triste, Agnes. Si no llegas a venir aquí, no nos abríamos conocido nunca. 
Agnes: Es verdad.
Sus: ¿Os ha gustado todo?
Artemisa: Estaba delicioso, Sus.
Agnes: ¡Eres una gran cocinera!
Sus: Gracias, me alegra que os haya gustado.

¡Diiiiing, doooong!

Dante: ¡Deben ser Willy y Renzo! Me voy con ellos con la bici.
Sus: A lo mejor es Duclack y llega a tiempo para la merienda. ¡Voy!



Sus abrió la puerta y se encontró a su primo Willy y su amigo Renzo. Los dos venían con sus bicicletas dispuestos a pedalear por el bosque.

Willy: Hola, prima. ¿Está Dante?
Sus: Sí, ahora mismo sale. ¿Queréis merendar algo?
Renzo: Vengo merendado, gracias Sus.


Dante: Ya estoy aquí, colegas.
Willy: ¿Preparado para pedalear?
Dante: ¡Seeeeh!
Renzo: Lo pasaremos bien.
Sus: Dante, no quiero que llegues tarde a casa y por favor, no corras mucho con la bicicleta.
Dante: Mamá, no soy un bebé.
Sus: Pero eres un niño.
Renzo: Nosotros cuidaremos de él, no te preocupes.
Sus: Gracias, chicos.


Dante: ¡Hasta la próxima!
Artemisa: ¡Adiós, Dante!
Agnes: Hasta pronto, raparigo. 
Renzo: Vaya, menudo bombón de chica.


Mientras Sus los despedía, Suselle despertó a Pandy.

Agnes: Me da pena que lo molestes.
Suselle: No te preocupes, lleva toda la tarde durmiendo. Si no lo despertamos, luego se pone de malhumor. Pandy, despierta. Vamos, que te quiero presentar a unas amigas.
Pandy: ###### (Ayyy, que tengo sueño)
Suselle: No seas holgazán. 
Agnes: Es tan lindo. Parece un peluche.


Finalmente Pandy se estiró en la cesta y abrió los ojos. Se sentó y miró a Agnes curioso.

Suselle: Te presento a Artemisa y Agnes.
Agnes: Hola, Pandy. Es un placer conocerte.
Pandy: ###### (Hola, encantado...vaya, tenemos visita y yo con estas pintas, ¡ni me he lavado la cara!)
Agnes: Es como si quisiera hablarnos.
Artemisa: Yo creo que nos entiende.
Suselle: Sí, Pandy nos entiende. Agnes, ¿te enseño mi cuarto?
Agnes: ¡Sí!


Artemisa: Yo me quedaré charlando con Sus.
Sus:¿Que tal la vida en el piso?
Artemisa: Muy bien. Nos encanta el piso y la ubicación. Hacía mucho tiempo que no nos sentíamos tan bien.
Sus: Lo habéis dejado tan bonito. No sabes lo que te agradezco que nos dejaseis entrar.
Artemisa: Fue un placer. Vuestro hogar no está nada mal.
Sus: Sí, aquí somos muy felices. El piso con los niños se nos hizo algo pequeño.
Artemisa: Estoy deseando conocer a tu padre y ese lugar tan bonito del que me has hablado. ¿Estará también tu madre?
Sus: No, mis padres se separaron hace muchos años. Conocerás a la nueva novia de mi padre, Paula. Es una chica muy maja, ya lo verás, aunque algo impulsiva...y joven.


Suselle: Es por aquí, Agnes.
Agnes: Voy. Menudas escaleras de caracol. Son muy bonitas.


Llegaron a un rellano con dos puertas.

Suselle: Tenemos que seguir subiendo.
Agnes: ¡Esto es enorme!


Finalmente, llegaron a la habitación de Suselle y Dante. Estaba empapelada con un divertido papel de colores. Dos camas y en medio, una ventana. Una estantería azul con juguetes y una gran casa verde de muñecas. Una cesta repleta de juguetes y una granja de juguete, un escritorio para niños y una estantería rosa con peluches.

Suselle: Bievenida a mi mundo.
Agnes: Suselle, es una habitación preciosa.
Suselle: ¿Te gusta?
Agnes: ¡Mucho!


Agnes abrió la ventana para contemplar las vistas. Le sorprendió descubrir lo cerca que parecían estar las montañas, una de ellas nevada. El bosque quedaba algo más lejos que en su piso, pero se veía grande y poderoso bajo las montañas. Podía ver la catedral, una guardería y un poco más retirado el centro comercial. El casco antiguo de la ciudad quedaba muy cerca.

Agnes: Las vistas son espectaculares, Suselle.
Suselle: Sí, se puede ver incluso el bosque.
Agnes: Esa mansión rosa es preciosa.
Suselle: Es la mansión de mi tita Duclack. Mira, ese es el colegio al que voy.
Agnes: Está algo lejos.
Suselle: Por eso usamos el transporte escolar.


Agnes: ¡Cuantos juguetiños! Tienes muchos.
Suselle: Saco buenas notas y mis padres me compran casi todo lo que me gusta. Llevo tiempo detrás de ellos para que me compren la casita de los Clickian Families.


Agnes: ¿Y esta casa?
Suselle: Me la trajeron los reyes magos. Juego mucho con ella. Aquí vive mi Ducklina, mi muñeca pirata y su novio Cutreman. El novio es de mi hermano pero se lo quito cuando no se da cuenta.
Agnes: No sabía que podían existir casas de muñecas como esta. Yo tenía una de madera que me regaló mi Avoíña. La hizo mi avó con sus propias manos, antes de morir...
Suselle: ¿Tu abuelo?
Agnes: Sí...
Suselle: Lo siento mucho...
Agnes: Hace muchos años, pero el dolor sigue siendo igual de intenso. Lo hizo antes de morir y lo reservaba para regalármelo en mi cumpleaños. Cuando murió, mi avoíña cosió pequeñas cortinas para las ventanas, y ropa para todas las camas de la casa. Hacía mucho que no pensaba en ella...
Suselle: ¿Todavía la conservas?
Agnes: Desde que me separaron de Galicia no la he vuelto a ver. No sé que habrá sido de ella.

Suselle vio entristecerse a su amiga, así que intentó animarla.

Suselle: A partir de ahora esta será también tu casa de muñecas. Podremos jugar juntas siempre que vengas a visitarme. No es la misma que la que te regalaron tus abuelos, pero también es bonita.
Agnes: Magnífica idea. Gracias, Suselle.


Agnes: En esta foto eras muy pequeñita.
Suselle: Sí, estoy con el pesado de mi hermano. Esos peluches me los regaló mi tita Duclack. Los tengo desde que era pequeña.


Agnes: Todo lo que tienes me parece muy bonito.
Suselle: Siéntate en la alfombra, estarás más cómoda. Mira, esta es Tuluna, la muñeca más antigua que tengo. Me la regaló mi bisabuela y la guardo con mucho cariño. Anda que no he jugado con ella. Se ve un poco estropeada, pero es que la uso mucho.
Agnes: Parece una muñeca india.
Suselle: Sí, es que mi abuela Salma y mis bisabuelos por parte de mi padre son indios.


Agnes: ¿Y este osito rosa?
Suselle: Ese oso se lo regaló mi padre a mi madre antes de que yo naciera. Un día me encapriché y mi madre me lo dejó...aunque ya lo considero mío.
Agnes: Es tan suave.


Las dos se tumbaron en la alfombra y hablaron de muchas cosas. Agnes se sentía muy cómoda junto a Suselle, que la escuchaba atentamente. Suselle sentía por Agnes gran admiración y un cariño muy especial.


Mientras tanto, Duclack entraba en la casa. Pandy fue rápidamente a saludarla y Duclack la correspondió con un fuerte abrazo. Pandy le lamió la mejilla.

Duclack: ¡Hola, Pandy!
Pandy: ###### (¡Duclack! Hace mucho que no te veía, ¿dónde está Tinger?)
Duclack: Tinger está en casa de mi padre. Mañana si quieres, lo traigo para que juguéis juntos.
Sus: Que pena que no hayas llegado para la merienda. Te he guardado tarta.
Duclack: Muchas gracias.


Sus: Mira, te presento a Artemisa. Es la chica de la que te hablé. Artemisa, te presento a mi mejor amiga, Duclack.
Duclack: Encantada de conocerte, Artemisa.
Artemisa: Igualmente. Me han hablado mucho de ti y tenía ganas de conocerte.
Sus: Le he contado alguna de tus aventuras. Vamos a avisar a Agnes y Suselle.


Subieron a su habitación y las pillaron jugando con algunas muñecas y peluches.

Agnes: Vuelvo a ser una niña.
Artemisa: Me encanta tu habitación, Suselle.
Suselle: Gracias, Artemisa. ¡Hola, Duclack!
Duclack: Hola, Suselle.


Suselle: Te presento a Agnes. Agnes, ella es Duclack.
Agnes: Es un placer conocerte al fin.
Duclack: El placer es mío. Veo que lo estáis pasando en grande.
Agnes: Sí, hacía tiempo que no disfrutaba tanto.
Sus: Todos tenemos un niño en nuestro interior.
Suselle: Lo hemos pasado muy bien.


Sus: Si os parece bien, podríamos salir ya para la cabaña de mi padre. Está un poco lejos y no quiero que se haga muy tarde.
Duclack: ¿Vamos en tu coche?
Sus: Vale.
Agnes: Tengo ganas de estar en plena naturaleza, mi cuerpo me lo pide.
Sus: Ya verás, te encantará ese lugar.


Continuará