viernes, 31 de julio de 2015

Epidemia Zombie: Capítulo 01 - Y-321

Laboratorios Ambrella, Wensuland

La corporación Ambrella había invertido muchos recursos en la investigación y producción de medicamentos. Las cosas les fueron muy bien así que se dedicaron a la creación de diferentes tipos de tecnologías, principalmente computación y sistemas de salud. Tras años de investigación se especializaron en experimentación sobre el genoma humano y los virus más mortales. El DR. Marcus es el encargado del laboratorio situado en Wensuland. Pocos son los que conocen su trabajo ya que está clasificado como alto secreto. Su investigación sobre el genoma humano avanzaba a pasos agigantados. Su fiel compañera y ayudante, la Dra. Ada Wang era una pieza fundamental en su trabajo ya que sus ideas y puntos de vista (muchas veces muy distantes de Marcus) le habían ayudado a avanzar. 


 Para sus experimentos utilizaban animales vivos y cuerpos donados a la ciencia de clicks fallecidos. Marcus estaba obsesionado con la posibilidad de reanimar a un muerto, resucitar a un ser fallecido. Sus intentos no habían sido fructíferos y estaba llegando a un callejón sin salida. En una de sus delirantes ideas, decidió crear un nuevo virus, mortal para cualquier ser vivo pero que podría resucitar células muertas. Reunió el ébola, maburgo, viruela, lassa, Clickitis y la gripe aviar. Había creado el virus más mortal del Playmundo. Lo llamó Clickora. Aquel día experimentaba con un cadáver llamado Y-321. 

Ada: Está todo listo, Dr. Marcus.
Dr. Marcus: Procederemos con cautela, Ada. No quiero que ocurra lo mismo que ayer.

Estaban en el laboratorio. Tenían pantallas, ordenadores y todo tipo de instrumentales para sus investigaciones. El laboratorio disponía de una sala especial acristalada. Ahí es dónde hacían sus experimentos, totalmente aislados y sin peligro de posibles fugas. 


Ada y Marcus miraban a Chris, otro de los científicos de su equipo. Él era el encargado de inyectar el virus al Y-321 e introducir los datos en el ordenador situado en esa misma sala.

Dr. Marcus: Chris, ¿está preparado?
Chris: Lo estoy.

Chris estaba embutido en un traje especial para protegerse del virus y de cualquier posible accidente.


Chris: He introducido al sujeto Y-321 el virus Clickora. Me dispongo a exponerlo a las ondas. 
Dr. Marcus: Acciona el rayo utravioleta.
Chris: Rayo ultravioleta accionado.



Y-321 estaba rodeado de una repugnante sustancia amarilla. Marcus se llevó las manos a la cabeza. El cuerpo seguía sin dar señales de vida.

Ada: No hay ningún cambio en el sistema. No hay actividad ni se percibe señales de vida. 
Dr. Marcus: ¡Maldita sea! Sigo sin comprender que ocurre. Lo único que conseguimos es crear esa extraña sustancia que de nada nos sirve.
Ada: ¡Dr. Marcus!
Dr. Marcus: ¿Que ocurre, Ada?
Ada: ¡El sistema detecta actividad en Y-321!
Dr. Marcus: ¿¡Estás segura de ello!?
Ada: ¡Por completo!


El cadáver se incorporó. El Dr Marcus y Ada saltaron asombrados de alegría. No podían dar crédito a lo que estaban viendo tras el cristal infranqueable. Chris se sobresaltó y en seguida se repuso del susto.

Chris: ¡Se ha sentado! ¡Y-321 está sentado! ¡No puedo creerlo!
Dr. Marcus: ¡Lo hemos conseguido! ¡Chris, quiero entrar! 
Chris: Ahora mismo, Dr. Marcus. Deje que introduzca los datos en el ordenador. ¡Esto hay que celebrarlo! ¡Viva!


Los gritos de Chris alertaron a Y-321, que hasta ese momento no se había percatado de su presencia. Se giró y cuando lo visualizó, no lo dudó un instante. Antes de ser renombrado cómo Y-321, se llamaba Lucas. Casado, con dos hijos que lo amaban fue un hombre muy querido por sus amigos y familiares. Era un click amable, cariñoso y muy pacífico. Le gustaba el deporte, en especial el fútbol y el ciclismo. Un accidente con la bicicleta lo mató con tan sólo 42 años. Donó su cuerpo a la ciencia pero jamás imaginó que gracias a ellos volvería a la vida...aunque nada de Lucas había en Y-321.



Ada: ¡Se está moviendo! ¡Chris, sal de ahí!
Chris: ¡Un momento, por favor! Esto es increíble, los datos no pueden ser más sorprendentes, ¡no puedo creerlo! ¡Hay actividad cerebral! ¡No es posible!
Dr. Marcus: ¡Chris, no sabemos si puede ser hostil! ¡Salga de ahí!


Las advertencias de sus compañeros no sirvieron para salvar la vida de Chris, que murió al ser atacado por Y-321. Mordió su brazo derecho y rompió el traje protector. Entró en contacto con el virus y pronto se infectó.

Chris: ¡Socorro! ¡Ahhhh!
Ada: ¡Debemos entrar!
Dr. Marcus: ¡Ni se le ocurra! Ya no podemos ayudar a Chris...


Un minuto después, Chris se incorporó. Ya no recordaba su nombre ni que hacía allí. Sólo quería destruir, eliminar a todo ser vivo. 

Ada: ¡Doctor, mire! ¡Chris sigue con vida!
Dr. Marcus: ¡Eso es imposible!


Chris y Y-321 golpeaban el cristal en un intento de alcanzar a Ada y Marcus. Deseaban darles alzance y exterminar sus vidas. Necesitaban transmitirles el virus, que sufriesen su agonía y su dolor.

Ada: Esto no puede estar ocurriendo, no puedo creerlo...¡Debemos pedir ayuda!
Dr. Marcus: No debemos perder la cabeza. Si pedimos ayuda, se terminó nuestro trabajo y la muerte de Chris habrá sido en balde. Nos desharemos de Y-321.
Ada: ¿Cómo?
Dr. Marcus: Encienda el láser. Y-321 No soportará las ondas.
Ada: ¿Y Chris?
Dr. Marcus: Un disparo certero en la cabeza, no nos queda otra...




Consiguieron que Y-321 cayese al suelo sin signos de vida gracias al rayo láser. Acabaron con Chris con un disparo en la cabeza. Aunque los dos estaban traumatizados, intentaron mantenerse serenos. No quería que nadie se enterase de lo ocurrido, así que llamó a su sobrina, la Facunda. No era precisamente una joya de clack, pero siempre estaba dispuesta a hacer trabajos no del todo legales por dinero. Facunda acudió con su mejor amiga, Roula.

Facunda: Dime tito, ¿cualo quieres que haga?
Dr. Marcus: No has venido sola...
Facunda: La Roula es to maja, no te rayes tito.
Dr. Marcus: Os pido total discreción. Nadie debe enterarse de esto. Llevaréis este bidón al centro de residuos tóxicos de Ambrella. Allí os pedirán dinero y la precedencia del bidón. Podéis decir que contiene detergente muy contaminante. Pagáis y lo dejáis allí. Ellos sabrán que hacer con el bidón.
Facunda: Ma quedao to claro tito.
Roula: Yo también lo tengo claro. 



Dr. Marcus: Os sobrarán 100 cleuros para cada una.
Facunda: ¡Dabuten! Jo tito, gracias. Eres la caña. Te llevo siempre en la patata, te quiero to mazo.


Dr. Marcus: Os agradezco este gran favor. 
Facunda: ¡Cuantos billetes to juntos! 


Ada: Sean discretas, por favor.
Roula: No se preocupen, seguiremos las instrucciones minuciosamente. 
Dr. Marcus: Excelente. Andad con cuidado, chicas.
Facunda: Vamos tía, que con estos 100 cleuros me quiero ir a jugar a las máquinas. ¡He visto una en un bar que seguro que le saco toa la pasta!


Ada: Doctor, ¿se fía de su sobrina?
Dr. Marcus: No nos queda otra. Si alguien más se entera de todo esto, tendremos muchos problemas.


Ada: ¿Que hacemos con el cadáver de Chris?
Dr. Marcus: Firmó un contrato en el que sabía que algo de esto podía ocurrir. Lo prepararé todo para que parezca un trágico accidente.


continuará...

martes, 14 de julio de 2015

Los viajes de Estrella: Capítulo 03 - Fotografiando el Playmundo



Sus me había abierto los ojos. No podía seguir lamentándome y llorando por la ausencia de Estrella. Era el momento de ir a por ella, luchar por nuestro amor. Me encontraba en mi pequeña casa en el bosque preparando las maletas cuando escuché un coche acercándose. Era un coche negro pequeño pero no supe de quién se trataba hasta que la vi bajar.

Fabiola: Este lugar es realmente bonito.

Era una monitora del gimnasio al que estaba apuntado. Se había insinuado en muchas ocasiones pero siempre conseguí deshacerme de ella. Es una clack realmente bella. Su pelo largo y moreno y su cuerpo escultural la hacían irresistible. No comprendía cómo me había encontrado y que quería de mí. 




Llamó a la puerta y bajé del primer piso de mi casa. Allí había terminado de hacer el equipaje. No me apetecía mucho hablar con ella pero no quería ser descortés.


Fabiola: ¡Yuju! ¡Sorpresa!
Wen: Fabiola, que sorpresa...


Abrí la puerta y en seguida me plantó un beso en la cara. Me guiñó un ojo y sonrió divertida. No supe muy bien que decir y fue ella la que rompió el hielo.

Fabiola: Siento presentarme sin más, pero es que me apetecía verte.
Wen: Lo cierto es que...
Fabiola: Es que tengo algo que proponerte. Creo firmemente que te gustará. ¿Puedo pasar?
Wen: Oh, claro claro...pasa.


Fabiola: Que casa más cuca. Por fuera no parece tan completa. ¡No le falta detalle!
Wen: Gracias. ¿Quieres tomar algo?
Fabiola: Sí, te lo agradecería. ¿Tienes Aquaclick?
Wen: No...¿Quieres un café?
Fabiola: Ah, pues sí. Que apañado que eres, Wen. 


Le calenté el café y al darle la taza, ella señaló mi mochila.

Fabiola: ¿Te vas de viaje?
Wen: Sí, hoy mismo. Siéntate, si quieres.
Fabiola: Gracias, guapo.


Wen: ¿Cómo sabías dónde vivo?
Fabiola: Miré tu hoja de registro del gimnasio. Lo sé, no debería, pero...es que me apetecía verte y cómo eres tan esquivo. ¿A dónde te vas?
Wen: No tengo un rumbo fijo.
Fabiola: Suena aburrido. Deja que te proponga algo más emocionante. Mis padres tienen una casita en unas montañas muy cerca de una estación de esquí. Ellos se han ido de vacaciones y no regresarán hasta octubre y tengo la casa para mi sola. Podríamos ir juntos y pasar allí todo el tiempo que nos apetezca. Allí no pasaremos calor y nos podremos refugiar frente la chimenea y ver películas.
Wen: Suena bien, pero no puedo.
Fabiola: Vamos, ¡lo pasaremos bien! Haremos sesiones de cine. Yo adoro el cine de acción pero no le hago ascos a nada.
Wen: Es que...


No imaginaba que se lanzaría sobre mi. Me besó y me acarició con lujuria y pasión. Es una clack muy fuerte y era difícil zafarse de ella.

Wen:¡Fabiola!
Fabiola: Somos guapos, jóvenes y sexys. Sé que te gusto, ¿que te impide entregarte a mi? ¡Déjate llevar!


Finalmente me deshice de ella y me alejé. Ella estaba sorprendida. No estaba acostumbrada al rechazo.

Wen: Mi corazón le pertenece a otra clack.
Fabiola: ¿A otra clack? Yo no la veo por ningún lado.


Me senté de nuevo a su lado y se lo expliqué todo. Ella escuchaba en silencio. No pude predecir que su reacción me sorprendería tanto.

Fabiola: ¿Dices que amas a otra? En todo este tiempo no me has dicho nada.
Wen: No creía que hiciese falta. Intenté alejarme de ti...
Fabiola: Pero yo noté una mirada cómplice en tus ojos. Tus rechazos eran una falsa, eso lo supe desde el primer momento.
Wen: No eran una falsa...
Fabiola: Yo te he entregado mi corazón...


Wen: ¿Cómo? Fabiola, sólo hemos intercambiado algunas palabras...
Fabiola: ¿Que pretendes decir? Me estás rechazando...¡¡Me estás rechazando!!
Wen: No te enfades. Eres una clack muy bella pero mi corazón...
Fabiola: ¡Ay no me digas otra vez esa tontería! Tú me quieres y todavía no lo sabes...algún día te arrepentirás.


Salió corriendo de mi casa a toda prisa. Me sentía mal, muy mal. Al parecer ella había malinterpretado mis señales...jamás la quise lastimar. Aunque no comprendía que se hubiese enganchado a mi con tanta facilidad...

Wen: ¡Fabiola! Por favor, no te enfades...
Fabiola: ¡Déjame en paz!



Arrancó su coche y aceleró. Lloraba desconsolada y muy enfadada. No comprendía nada.

Wen: Ya no entiendo a las clacks...¡No sé tratarlas!


Ese mismo día vinieron a verme mi hermana, mi cuñado, mis sobrinos, Pandy, mi madre y el padre de Duclack. Todos estaban preocupados por el gran viaje que estaba dispuesto a iniciar. 

Sus: Haces bien en ir en su busca, hermanito. Ten mucho cuidado, ¿de acuerdo?
Wen: No te preocupes, hermanita. Estaré bien.


Diamante: La encontrarás, estoy seguro. No lo dudes y dile todo lo que sientes, seguro que te perdonará.
Wen: Eso espero, cuñado. 


Wenda: A mi esto no me gusta nada. Las relaciones van y vienen. Si Estrella se quiso marchar, búscate otra hijo mío. Anda que no hay peces en el mar.
Wen: Mamá, yo quiero a Estrella.
Wenda: Ya lo sé, hijo. Cuídate, hazme el favor. No te fíes de nadie, que hay gentuza muy mala por el Playmundo. No te preocupes por tu casa, yo la cuidaré. Pasaré aquí unas semanas y la limpiaré, que la tienes manga por hombro. 
Duclón: Yo le echaré una mano, no te preocupes.
Wen: Gracias. Debo irme ya...


Duclack: ¿Me puedo apuntar?
Wen: ¿Duclack?
Duclack: ¿Hay espacio en tu coche para mi? 


Wen: ¿Que quieres decir?
Duclack: Que me voy contigo. Si quieres, claro...Te ayudaré a encontrar a Estrella.
Wen: ¿Estás segura?
Duclack: Totalmente. Vengo preparada con esta mochila con mis cosas. ¿Qué me dices?
Wen: ¡Que sí! ¡Gracias, Duclack!
Wenda: Ay, que alegría. Me quedo mucho más tranquila.


Subimos a mi coche y nos despedimos de todos. Nos esperaba un largo viaje pero con la ayuda de Duclack y mi amor por Estrella, estaba seguro que pronto la encontraría. Mi madre y Duclón se quedaron solos en mi casa. 



Duclón: Ahora mismo no me apetece ponerme a limpiar...
Wenda: A mí tampoco. Podríamos hacer otras cosas...


Duclón: ¿Que propones?
Wenda: He comprado cosas deliciosas para preparar una cena por todo lo alto. Después, podríamos jugar a cualquier juego o simplemente pasear.
Duclón: Me apetece jugar.
Wenda: Pues juguemos...



Muy lejos de allí...

No sé que será de Wen. Llevó meses sin encender el móvil ni mirar los correos. Estoy sumergida en mi trabajo. Los animales se han convertido en mi único amor y Gallofa el amigo fiel al que le debo todo. He visitado lugares maravillosos y fotografiado animales sorprendentes. Desde zorros hasta leones.



He paseado por profundos bosques repletos de magia dónde el contacto con la naturaleza es supremo. Fotografié Jabalís y todo tipo de animales que conviven en esos bosques fantásticos. Viajé en barco por la inmensidad del mar descubriendo nuevos mundos para mi y Gallofa. Disfruté de sus aguas cristalinas y rehabilitadoras. Aunque la distancia no podía calmar mi dolor por el amor de mi vida. 




Disfruté de vistas sorprendentes. Aquellos lugares me cautivaron y deshicieron el rencor que invadía mi interior. Me renovaba con cada descubrimiento.

Gallofa: ¡Que vistas! Me quedaría aquí para siempre.
Estrella: Yo también. Que insignificante me siento ante la grandeza del Playmundo.


En algunas ocasiones me dejé llevar por la pasión y puse mi vida en peligro. Me acercaba demasiado a los animales y algunos de ellos podían ser muy peligrosos. 


En el desierto descubrí lo que significa la palabra calor. Allí sudé tanto que creía que me desintegraría. Fotografié muchos animales y algunos por casualidad.

Gallofa: ¡Un escorpión! ¡Que asco!
Estrella:¡Se escapa!



Me zambullí en el océano y descubrí los animales que viven en sus profundidades. Peces que parecían pintados por niños. Sus colores eran alegres y de una gran belleza. Algunos peces me causaban un gran temor y no quise acercarme más de lo debido.




La nieve, el frío y los animales polares fueron un gran descubrimiento para mi. No imaginaba que pudiese haber tanta vida en un lugar tan frío y congelado. Acostumbrada a vivir en zonas secas y calurosas aquello me pareció un paraíso.



En África fotografié a hienas, leones, elefantes, patos y jirafas entre otros. Le quise dar un toque personal a mis fotografías intentando tomar planos imposibles y dejando fluir mi imaginación. 





Había terminado una etapa en mi vida. Mi trabajo no estaba concluido pero debía parar. Era el momento de pensar en mi. Tenía que reencontrarme con mis raíces, volver a mis orígenes. Necesitaba volver para pensar y descansar. Gallofa estuvo de acuerdo y me acompañó. Era un amigo fiel y su compañía no me molestaba.




Mientras tanto...

Duclack y yo buscamos a Estrella por todas partes. Muchos eran los que hablaron con ella y nos indicaron que camino había tomado. Aunque efectivamente había estado en esos lugares, nunca llegábamos a tiempo. Perdimos su pista y ya no sabíamos que camino tomar. Decidí buscar en el único sitio en el que no habíamos estado, el lugar dónde la conocí y nació nuestro amor.



Continuará...