martes, 30 de septiembre de 2014

El nuevo coche de Wenda

El antiguo coche de Wenda se estropeó de forma definitiva. Aquella avería en el motor no tenía solución. Aunque Wenda se sentía muy unida a su querido vehículo, decidió que era hora de cambiar. Aquel coche le había servido con gran utilidad durante muchos años. Acompañada de su hija Sus, fueron al concesionario para elegir uno de los vehículos que allí vendían. El vendedor no dudó en ofrecerle el coche más caro y lujoso, con todo tipo de novedades. Aunque el hombre hacía muy bien su trabajo, Wenda ya había decido cual sería su próximo coche. Se enamoró nada más verlo. Era blanco, con un chasis moderno pero elegante. Reunía todas las características que necesitaba de un vehículo. A Sus también el gustó, así que se lo compró. Fueron a casa, cogieron algo de merienda y se marcharon junto a Pandy a probar el coche. Diamante se había llevado a los niños a ver a sus abuelos paternos, así que aquel día no debía preocuparse por ellos.

Sus: Me gusta mucho este coche, mamá.
Wenda: ¿Verdad? Al principio esas pintadas que tiene en los laterales me echaban para atrás, pero oye, aunque no sea una jovencita ese toque moderno me gusta.
Sus: Claro que sí. Mamá, ¿dónde vamos?
Wenda: No sé, es que este camino me lo conozco de venir todos los años.
Sus: Ya, pero es que este camino lleva al pantano...y sabes que es peligroso.
Wenda: Ay hija, no te preocupes que solo es para probar el coche. Merendaremos en otro lugar.


Pandy estaba sentado en la parte trasera del vehículo. Metido en una cajita con mantas observaba el exterior asomando la cabeza. Supo que se estaban acercando al pantano y se puso nervioso. 

Pandy: ###### (¡Habrá sitios a los que ir! Este lugar trae mala suerte...)


Hambrientor era un caníbal que vivía en el pantano. Se alimentaba cazando a turistas y animales despistados y los devoraba hasta dejar solo los huesos. Era un ser extraño, nauseabundo. Ojos azules, pelo negro largo y despeinado, piel blanca como la nieve y ropajes destrozados. Sólo podía ver por un ojo, el otro lo había perdido en combate y lo llevaba tapado con un parche negro. No necesitaba llevar zapatos ni ninguna protección en los pies, necesitaba estar siempre en contacto directo con el suelo. Llevaba un hacha y estaba preparado para atacar a Wenda, Sus y Pandy. Escuchó el coche acercarse y lo siguió hasta que se detuvo.

Hambrientor: Aprrovecharré esta oporrtunidad, ¡jajajaja! No como nada desde aquella rrata que cacé hace dos días. 


Se acercó con sigilo al coche. Vio a Pandy en la parte trasera y la boca se le hizo agua. Pensó en lo deliciosa que debía saber su carne.

Hambrientor: Con su piel me harré un sombrrerro. ¡Estoy de suerrte!

Cuando Pandy vio acercarse a Hambrientor casi se desmaya de la impresión. Vio como acercaba el hacha hacia el cristal para romperlo y atraparle.

Pandy: ###### (¡Ahhhhh! ¡Sus, socorro!)
Sus: Mamá, ¿que hacemos paradas aquí?
Wenda: Espera, hija...no me aclaro con las marchas.
Hambrientor: No temas bicho, no te harré ningún daño...


De la nada apareció un vehículo y se posicionó al lado del coche de Wenda. Hizo mucho ruido al llegar y casi los deja a todos sordos. Se trataba de un coche de carreras negro, descapotable y con llamas y el número 56 dibujados en la parte delantera. Sus ruedas eran muy grandes y tenía en los laterales unos enormes tubos de escape. Era un coche para una sola persona. El conductor era un tipo llamado "El machacas", aunque se llamaba Curro y vivía con sus padres. Llevaba unas gafas y casco a juego con su coche y muchos tatuajes en los brazos. Unas largas patillas negras adornaban su rostro. Hambrientor miró sorprendido al coche. 

Wenda: ¡Pero bueno!
Curro: Hola vieja ¿problemas con tu carro?
Wenda: ¡Oiga! ¡Yo no tengo ningún problema!
Curro: Menuda tartana de coche, seguro que no supera los 30 km/h. 



Wenda: ¡Se equivoca! Es un coche nuevo y corre mucho...seguro que más que el suyo.
Curro: ¡Jajajajajajaja! No me hagas reír, vieja. 
Sus: Mamá, no le hagas caso...
Wenda: Una carrera. Venga, hasta llegar a aquella curva.
Curro: Paso.
Wenda: ¿Te haces caquita? Mucho tatuaje pero no eres más que un niñato sin valor.
Curro: ¿¡Qué!?
Sus: ¡Mamá!
Curro: Está bien. Te haré morder el polvo, vieja.
Wenda: Oye, la próxima vez que me llames vieja te daré tal tortazo que tendrás que ir a buscar las gafas a la luna.
Curro: Menos cháchara. ¡Vamos!
Wenda: ¡Ey! ¡Espera! ¡Has salido antes! ¡Maldito!
Sus: Mamá, ¿que estás haciendo? ¡¿Has perdido la cabeza?!
Wenda: Tu padre se pasa la vida de aventuras y no te parece mal y para una vez que quiero hacer algo que se sale de mis límites, te pones protectora. No te preocupes, lo tengo todo calculado. Ese macarra me ha llamado vieja y dice que mi nuevo coche es una tartana. No se lo pienso consentir.
Hambrientor: No entiendo nada...Da igual, me los comerré a todos.
Pandy: ##### (Oh no, ¡Socorro!)
Sus: Agárrate, Pandy...



Cuando se disponía a romper el cristal con su hacha, Wenda puso marcha atrás y lo atropelló con una de las ruedas traseras.

Hambrientor: ¡Arggg!
Pandy: #### (¡Viva!)
Sus: ¡Mamá! ¿Que haces?
Wenda: Ay, he metido marcha atrás sin querer... ¡Leches, parece que he pisado una piedra enorme!
Hambrientor: ¡Ay, socorro!


Sus: ¡Mamá!
Wenda: Perdón, he vuelto a meter marcha atrás.

Atropelló a Hambrientor varias veces. Avanzaba pero se le calaba. Volvía a encender y daba marcha atrás.

Hambrientor: ¡Arrrrg! ¡Malditaaaas! ¡Auu!


Finalmente aceleró y salieron a toda velocidad en busca de Curro. Hambrientor se reincorporó a duras penas. Le dolía todo el cuerpo y estaba completamente seguro que tenía varios huesos rotos.

Hambrientor: ¡Ahhh! Esa pésima conductorra porr poco me destrroza...Arrggg, crreo que tengo todos los huesos rrotos, ¡maldición!


Curro se había confiado. Wenda había tardado tanto en arrancar que ya ni pensaba en la carrera. Cuando vio a Wenda adelantarle se puso furioso.

Wenda: ¡Hola, macarra! ¿Que decías de tartana? ¡Perdedor!
Curro: ¡Ha sido un despiste! ¡Ahora verás lo que es bueno! 



Aceleró interponiéndose en la trayectoria del coche de Wenda. Esta frenó y Curro aceleró alejándose entre carcajadas.

Wenda: ¡Tramposo!
Sus: Mamá, deja ya esta locura. El coche funciona muy bien, eso está claro. No lo estropees el primer día...
Wenda: No pienso rendirme, cariño. ¡Un último intento!



Curro salió de su coche para fumarse un cigarrillo. Estaba pensando en su ex novia. Le había dejado por ser un irresponsable. Ella no entendía que adoraba la velocidad y que participar en carreras ilegales era su vida.

Curro: Las mujeres son unas plastas. No saben divertirse.

Decía aquellas palabras dolido con su ex, pero en el fondo sabía que tenía razón y la echaba de menos.



Se alejó un poco del coche para orinar. El pantano le resultaba un lugar perfecto para meditar y correr a toda velocidad con su coche sin miedo a la policía.

Curro: Estoy formando un buen río. Lo siento hormigas, os estoy inundando la casa.

¡Meck, meeeck!

Wenda tocó el claxon para llamar la atención de Curro. Este la miró sorprendido, pensaba que se habría dado por vencida. Aunque lo que más le impactó fue ver a Hambrientor arrastrándose por el suelo, deseando llevarse algo a la boca.  Curro dio un grito asustado.

Curro: ¡Ahhh!
Wenda: ¿Que pasa? Esto no te lo esperabas, ¿eh? Que te sirva de lección. No infravalores a los demás y se respetuoso con la gente mayor. Aunque yo no soy una vieja, que te quede claro.


Curro salió corriendo sin mirar atrás. La sola visión de Hambrientor le había aterrorizado. Se alejó dejando allí su coche y a Wenda recriminándole su comportamiento.

Wenda: ¿Has visto eso? ¡Sale corriendo! ¡Le he asustado!
Sus: Que extraño...
Wenda: ¡Toma ya! ¿Has visto, hija? Debes confiar más en tu madre.
Sus: Lo haré...Ahora tenemos que irnos. Busquemos otro lugar para merendar, lejos del pantano.
Wenda: Muy bien, mi niña. Tu madre te va a llevar a un lugar fantástico.


Hambrientor: Luego irré a porr ese. Ahorra es vuestrro turrno, ¡jajajaja! 

Pandy vio como Hambrientor estaba dispuesto a destrozar la luna trasera del coche y entrar a por ellos. Gritó intentando alertar a Sus y Wenda.

Sus: ¡Pandy! ¿Que te pasa?
Wenda: Debe tener hambre. Venga, no perdamos más tiempo.


De nuevo se equivocó y puso marcha atrás atropellando a Hambrientor. Este se revolvió furioso pero el coche lo atropelló numerosas veces aplastando cada músculo y hueso de su cuerpo.

Hambrientor: ¡Arrgg!



Finalmente Wenda se aclaró y puso la primera. El coche avanzó acelerado y se alejó del magullado cuerpo de Hambrientor. Tenía casi todos los huesos rotos y le dolía todo el cuerpo. 

Hambrientor: ¡Ahhhhhhhhhh! ¡Malditas! ¡Volved aquí!


Sus: Uy, ¿has escuchado eso, mamá?
Wenda: Debe ser el tipo ese. Que mal perder tiene. Aunque debo confesar que era bien mono, ¿verdad?
Sus: ¡Mamá! ¿Que te pasa hoy? No te reconozco.
Wenda: Ay hija, debe ser este coche que me ha dado nuevas energías. Ahora contesta, ¿era guapo o no?
Sus: ¡Mamá!¡Jajajajaja! ¡Sí, lo era!
Pandy: ##### (Por poco no lo cuento. Espero no volver nunca más a este lugar).



FIN

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Historias del Pantano: Capítulo 06 - La magia vive en tu interior


Ben aparcó su camión cerca del agua. Con la ayuda de los jóvenes transportaron la canoa hasta el agua. Todos se mostraron emocionados ante la idea de remar agua adentro.

Ben: Estas aguas son traicioneras así que tenéis que seguir mis instrucciones sin rechistar. Os dije que viviríamos aventuras y eso es lo que vamos a hacer. Subiréis por turnos. El primero será Wen, luego Duclack y por último Sus. 
Wen: ¡Vamos papá! ¡Que emocionante!
Sus: ¡Jo, yo la última!
Duclack: ¿Tardaréis mucho?
Ben: No lo sé. Tranquilas, vosotras también disfrutaréis de un buen paseo en canoa.
Duclack: Lo estoy deseando.
Sus: Yo también.
Ben: Os dejo a cargo del camión. No os mováis de aquí, recordad que este lugar es peligroso.
Sus: No te preocupes papá, nos portaremos bien.


Ben: Vamos hijo, rema con fuerza.
Wen: ¡Que emocionante, papá!

Remaron  hasta adentrarse en las aguas del pantano. Duclack y Sus perdieron de vista la canoa a los pocos minutos.



Duclack sacó el misterioso objeto de oro de su mochila. Subieron al techo del camión y se sentaron a examinarlo.

Duclack: Parece un cuerno de esos que usaban los vikingos, ¿verdad?
Sus: ¡Es verdad! De esos que utilizaban como si fuese una trompeta. Puede que sea muy valioso. Seguro que a Diamante le gustará mucho.
Duclack: ¿Crees que se lo tendríamos que contar a tu padre?
Sus: No, que seguro que nos regaña por no obedecerle. Es posible que nos lo quite y no se lo podamos regalar a Diamante así que mejor no arriesgarse.
Duclack: Tienes razón.


El ser había seguido el rastro del camión hasta llegar hasta ellas. Llevaba consigo un arma poderosa capaz de destruir cualquier tipo de material, por muy duro que este fuese.

Sus: ¡Mira! ¿Que es eso?
Duclack: ¡Parece un monstruo!
Sus: ¡Un monstruo! ¡¿Que hacemos?!


Dios del pantano: Yo soy el Dios del pantano. Antiguo Dios adorado y respetado por las gentes de estas tierras. Habéis irrumpido en mi morada y faltado el respeto sin importaros las consecuencias. Tendréis que pagar por vuestros delitos. Tenéis que morir, ¡vais a morir! 


Sus y Duclack se encerraron en el camión esperando que ese ser se marchase y las dejase en paz. Estaban muy asustadas y no sabían que es lo que quería de ellas.

Sus: ¡Tengo mucho miedo, Duclack!
Duclack: Yo también...no te preocupes, aquí no nos podrá hacer ningún daño. He cerrado la puerta con llave.
Sus: Dice que vamos a morir...¡Yo no quiero morir!
Duclack: Tranquila, no lo permitiré...


El Dios se acercó al camión. Observaba sorprendido la estructura de aquel enorme objeto que no había visto jamás, pero pronto se concentró en lo que andaba buscando.

Dios del pantano: ¡No lograréis escapar! Devolverme lo que me pertenece o moriréis. Habéis irrumpido en mi morada sin respeto así que yo haré lo mismo.

Tiró de la puerta sin el menor esfuerzo y esta cedió al instante. La puerta se abrió ante los aterrorizados ojos de las chicas.

Sus: ¡Ha conseguido entrar!
Duclack: ¡Corre, por la ventana! ¡Tenemos que salir por la ventana!
Sus: ¡Déjanos en paz!
Dios del pantano: No podréis escapar.
Duclack: ¡Tenemos que alejarle de aquí y escapar en el camión! 



Consiguieron su objetivo y pudieron subir al camión. Ninguna de las dos sabía conducir pero fue Sus la que se puso al volante.

Sus: ¡Cómo se enciende!
Duclack: ¡La llave! ¡Vamos, Sus!

Tras varios intentos fallidos, el camión se puso en marcha. Apretó el acelerador y salieron a toda prisa. No se aclaraba con las marchas y a veces frenaba al equivocarse de pedal. El Dios del pantano las seguía muy de cerca. 



Sus: ¡Creo que lo hemos despistado! ¡Vivaa!
Duclack: Deja que me asome.

Sacó la cabeza por la ventanilla del copiloto y vio al ser corriendo tras ellas.

Duclack: ¡Está ahí! ¡Todavía nos sigue!
Sus: ¡No sé ir más rápido! 



Duclack miró al frente y vio un enorme acantilado.Sus había perdido el control del camión y se dirigían hacia allí a toda velocidad.

Duclack: ¡Ahhh! ¡Frena, Sus! ¡Un acantilado!
Sus: ¡No me sale! ¡¡No me sale!! ¡Ahhh!
Duclack: ¡Frenaaaa!

Al final supo frenar el camión a tiempo. Se quedaron al borde del acantilado sofocadas y al borde del histerismo. 

Sus: Estoy temblando...
Duclack: Ha faltado poco...vamos, esa cosa está a punto de alcanzarnos. 



Bajaron del camión y corrieron con todas sus fuerzas. Llegaron a una zona sin salida. La única escapatoria era tirarse por el acantilado y rezar por sobrevivir.

Duclack: ¡Cuidado, Sus!
Sus: ¡Oh no! ¡No hay escapatoria!
Duclack: Tendremos que enfrentarnos a él.
Sus: No tenemos armas ni nada con lo que defendernos...




Dios del pantano: Os avisé, huir es inútil. No tenéis escapatoria. Devolverme lo que me pertenece o moriréis.
Sus: ¿Que te pertenece? ¡No tenemos nada que sea tuyo!
Duclack: ¡Un momento! ¡El cuerno!


Cuando estaba dispuesto a disparar contra ellas, Duclack le tiró su mochila y el cuerno cayó fuera quedando al descubierto. El dios miró el cuerno con satisfacción.

Dios del pantano: Habéis entrado en razón, pequeñas incautas. 
Sus: Eso es lo que quería...
Duclack: Por eso nos perseguía...los nervios no nos han dejado pensar con claridad.
Sus: ¿Y ahora qué?
Duclack: Espero que nos perdone la vida...


Dios del pantano: Me habéis devuelto aquello que me pertenece. A pesar de vuestra falta de respeto os perdono la vida. Si volvéis a robarme no seré tan misericordioso con vosotras. Estáis advertidas.
Duclack: Lo sentimos, no volverá a ocurrir.
Sus: Se lo prometemos.



El Dios del pantano desapareció con el viento sin dejar rastro. Las dos amigas se miraron aliviadas y sorprendidas. Saltaron y gritaron felices de alegría. Al final, todo había salido bien.


Pasada una hora...

Ben y su hijo arrastraron la canoa hasta la orilla. Había sido un viaje emocionante en el que ambos habían disfrutado muchísimo.

Wen: Ha sido fantástico, papá.
Ben: Te dije que disfrutarías. Luego te dejaré conducir el camión, pero solo un momento.
Wen: ¡Yupii!
Ben: Que extraño...¿Que hacen tu hermana y Duclack tumbadas? 
Wen: Estarán aburridas...
Ben: ¡Chicas, ya estamos aquí! ¡Venga, la siguiente en montar en canoa!


Sus: ¡Nosotras pasamos, papá!
Ben: ¿Qué?
Duclack: Sí...no tenemos ganas...
Ben: Pero...
Sus: Estamos muy cansadas y no nos apetece.
Ben: ¿No queríais vivir aventuras?
Duclack: Ya hemos vivido suficientes aventuras por hoy, ¿verdad Sus?
Sus: ¡Sí! ¡Jajajajaja!
Duclack: ¡Jajajajajaja! 


Les costó horrores colocar el camión en el mismo lugar en el que estaba y aquello las terminó de agotar definitivamente. Por suerte, Ben no se percató de nada y se marcharon del pantano con tranquilidad, como si nada hubiese ocurrido.

Ben: Que extraño, el camión está acelerado...
Duclack: Sus, ¿crees que volveremos algún día?
Sus: Sí, aunque ha sido peligroso...¡Ha sido divertido! 



Vicrogo: Duclack y Sus aprendieron una gran lección aquel día. Deben respetar su entorno y obedecer a los mayores. Aunque consiguieron salvar sus vidas, por muy poco no lo cuentan.
Junior: ¡Es fantástico! ¡Yo quiero vivir esas aventuras!
Hurto: ¡Guau! ¡Guau!
PD: Está bien, Junior. Vamos, iremos a dar un paseo.


Calíope: No tardéis que estoy preparando la comida. Vicrogo, ¿te apetece sopa de sapo y arañas rebozadas?
Vicrogo: Pues...
Calíope: Está bien, te prepararé algo más sencillo.
Vicrogo: ¡Gracias! 


PD: Iremos por aquí. Recuerdo que por esta zona vi por primera vez a Sus y Wen...
Junior: ¿Sí? ¿Y que pasó?
PD: Que me enamoré de Sus...pero es una historia muy larga, hijo mío.
Vicrogo: Yo recuerdo el oso que nos guió hasta aquellos carnívoros. Fue justamente por esta zona.
PD: ¿Y los niños con aquel dinosaurio? Mi hermana se llevó un buen escarmiento.
Junior: ¿La tita Pepota?
PD: Ya sabes que tu tía no es precisamente un ejemplo a seguir...
Vicrogo: Sigo pensando que Pepota no es tan mala como nos quiere hacer creer.



Un sonido en la maleza alertó a Junior. Miró en esa dirección y no vio nada. Le dominó el miedo y las ansias por ser testigo de sucesos fantásticos y no supo ver al búfalo que entre la maleza se escondía. Enviado por los Dioses en los que Lobo Negro y Dorothy depositaron toda su fe. Les observaba atento, esperando el momento de acudir en su ayuda si depositaban en ellos toda su fe. 

Junior: ¡Jo! Aquí no hay nada...



Caminaron hasta llegar a una zona más alejada, con poca maleza. Hablaban de sus cosas y no se percataron del cetro que estaba medio oculto entre las rocas. Su esfera brillaba esperando atraer la atención de aquellos que fuesen capaces de observar más allá. Era el abandonado cetro de la bruja Violice. Llevaba años perdido y olvidado.


Siguieron caminando esta vez por una zona repleta de profundas y oscuras cuevas. Desde el interior de una de ellas, un Dios antiguo del pantano los observaba. Protegía sus tesoros a la espera de más insensatos que se aventurasen a entrar en su morada.

Junior: ¡Yo no veo nada! Todas esas historias no son ciertas...
Hurto: ¡Guau!
PD: Hijo mío, no olvides que la magia vive en tu interior. Si abres tu mente y te dejas llevar, serás capaz de ver cosas que jamás imaginaste. Este lugar siempre será un lugar mágico en el que podrás vivir mil y una aventuras pero recuerda que la magia, vive en tu interior.


FIN