sábado, 22 de marzo de 2014

Hafida: Capítulo 15 - Te lo prometo


Zayd bebía junto a su hijo. Celebraba  lo que para él era todo un éxito. Había salvado el honor de la familia y su negocio de trata de clacks no podía ir mejor. Pronto Hafida no sería más que un mal recuerdo. Sin embargo, Makin no estaba tan contento como su padre. El rechazo de Hafida le había herido en lo más profundo de su hombría. Se consideraba un hombre irresistible y un gran partido para las mujeres.

Zayd: Hijo, alegra esa cara. Podrás tener la mujer que te plazca. Hafida deseará estar muerta cuando descubra el lugar dónde vivirá. Se arrepentirá por haberte rechazado.
Makin: Lo sé, padre. Esa mujer me ha ofendido como jamás pensé que podría hacerlo. Deseo que su vida sea un calvario. Se merece una vida de desgracias y sufrimiento.
Zayd: Así será, hijo mío. 


Makin: ¿Qué te parece Pamela?
Zayd: Hijo, esa mujer será el deseo de muchos compradores. Hiciste un buen trabajo engañado y trayendo a esa rubia descarada. ¿En serio pensaba que una mujer tan poco respetuosa podría ser tu esposa?
Makin: Fue fácil engañarla.
Zayd: Una mujer de ciudad, de las que se piensan que pueden hacer todo lo que les venga en gana. Mostrando sus encantos y pervirtiendo a los pobres hombres que se topan con ella. La mujer existe para complacer al hombre y servirle, pero no de esa forma tan descarada y poco respetuosa.
Makin: Allá dónde la enviaremos deberá mostrar respeto por los hombres.


Zayd: Mañana llevaremos a Hafida y las demás al punto de encuentro. Allí nos estarán esperando unos jeques deseosos de gastar su dinero en exóticas y preciosas mujeres. Tenemos unas cuantas bellezas por ofrecer.
Makin: Seguro que por Hafida pagan bien. Estoy deseando ver su rostro sorprendido cuando sepa cual es su destino.
Zayd: De todas formas, debemos andarnos con cuidado. Manda a uno de nuestros hombres a que le lleven comida y agua, no quiero que tengan mal aspecto. Mañana mandaré que las limpien y las vistan para la ocasión.
Makin: Luego enviaré a alguien a que les lleve algo de comida. Seguro que estarán pasando mucho calor. El sol está más furioso que nunca.


Zayd: Debemos buscar otra ubicación para las chicas en un futuro. No podemos correr el riesgo a que mueran de calor o quién no deba las descubra. El otro día tu hermana paseaba por aquella zona. Menos mal que uno de nuestros hombres me informó y le ordené que no pasease más por allí.
Makin: Si descubre que Hafida está allí encerrada y que la pensamos vender a un Jeque millonario se interpondría.
Zayd: No lo creo, ahora ya no son amigas. Me preocupa más Hasine, ese viejo podría darnos problemas.
Makin: Piensa que su sobrina se fue a la gran ciudad y lo abandonó.
Zayd: Lo sé, pero no me fío. En cuanto pueda, me desharé de él.


Jessenia quería hablar con su padre sobre algunos detalles de la boda y cuando escuchó la conversación, se escondió. Descubrió lo que su padre y su hermano habían hecho con Hafida y no pudo más que sentirse preocupada y arrepentida por ella. Aunque se habían peleado, la quería como a una hermana. No podía permitir que la vendiesen como si de un animal se tratara. Tenía que hacer algo por ella antes de que fuese demasiado tarde.



Pamela se había rendido. Llevaba horas protestando, intentando convencerse de que aquello era una broma pesada de Makin. Conforme pasaban los minutos se iba percatando de la gravedad de la situación, de lo ingenua que había sido. Le dolían las manos y las piernas de tanto patalear y golpear la puerta. Se sentó en un lugar apartado, alejada de todas las demás. No quería mezclarse con ellas. Aunque estaban en la misma situación, se consideraba superior y se negaba a creer que correría el mismo destino que ellas. Hafida la observaba y decidió acercarse. Aunque su comportamiento había dejado mucho que desear, pensaba que vivir aquel infierno en persona quizás la hubiese hecho recapacitar y se replantease su actitud.


Hafida: ¿Estás bien?
Pamela: En cualquier momento Makin abrirá esa puerta y me dejará salir. Sé que esto es solo una broma.
Hafida: Te estás engañado tontamente. Has sido utilizada y engañada. Estás en la misma situación que nosotras. Cuanto antes lo aceptes mejor.


Pamela se levantó airada. No permitiría que la comparasen con ellas. Debía defenderse, hacerles entender que no eran iguales y que aquello era tan solo una broma pesada.

Pamela: ¡Cállate! Tú que sabrás, ¡no me conoces! Makin está enamoradísimo de mí, ¿lo entiendes? ¡Me ama! Esto es solo una broma y cuando entre a por mí y me deje salir, me reiré en tu cara.
Hafida: ¡No seas ingenua! ¡Te venderán al igual que lo harán con nosotras!
Pamela: No eres capaz de comprender, ridícula. Yo no soy igual que tú, soy como el buen caviar y tú…eres una vulgar sardina. Sabe que como yo, hay pocas mujeres.


Denise agarró a Pamela del cuello y la empujó contra la pared. Pamela palideció de inmediato. Estaba paralizada del miedo y no supo reaccionar.

Denise: ¿Te crees mejor que nosotras? ¡Deja de decir tonterías! Ya puedes dar gracias que soy una mujer pacífica, si no te tragarías mi puño entero. Veo que tienes dos piernas, pelo en la cabeza, dos brazos…imagino que tu sangre es roja, ¿o perteneces a la realeza y es azul? No eres más que otra mujer encerrada contra su voluntad en este lugar…aunque un poco más tonta, sin duda.
Pamela: ¡Suéltame! ¡Socorro!


Llegó la noche. Hafida no podía dormir. Se negaba en rotundo a aceptar ese destino. Quería luchar, necesitaba luchar. Pasó horas pensando una forma de escapar de aquel lugar y finalmente tuvo una idea. No tenía muy claro si funcionaría pero valía la pena intentarlo.


Por la mañana, ocuparon sus posiciones. Si pretendían ganar dinero con ellas, era imprescindible que estuviesen vivas. Indulala y Denise se tirarían al suelo haciéndose las muertas. Hafida y Nazira se colocarían a ambos lados de la puerta y asaltarían al hombre que abriese la puerta y fuese a socorrerlas.

Hafida: ¿Seguro que vendrá ahora?
Denise: Sí, siempre nos traen el desayuno cuando amanece.
Nazira: ¡Escucho pasos!
Hafida: ¡Todas a vuestros posiciones!

Indulala y Denise se tumbaron en el suelo, a la vista de sus captores. Hafida y Nazira esperaban el momento para lanzarse sobre quién les trajese el desayuno. Pamela se mantenía al margen. Aunque hacía ver que no le interesaba, en su interior rezaba para que todo saliese bien.



Al abrirse la puerta no entró ninguno de los hombres de Zayd con comida. Jessenia se había hecho con las llaves golpeando en la cabeza con una piedra al vigilante que custodiaba la zona. 

Hafida: ¡Jessenia!
Jessenia: ¡Por lo más sagrado! ¡Era verdad!
Hafida: ¿Que haces aquí?
Nazira: ¡Tu padre nos tiene secuestradas!
Jessenia: ¡Hafida! ¡Nazira!
Hafida: Jessenia, ¡tienes que ayudarnos!
Jessenia: ¿Que les ocurre a esas chicas?
Hafida: No te preocupes, están bien.



Jessenia se lanzó a los brazos de Hafida y se puso a llorar. La había echado de menos. A pesar de pelearse, la quería como a una hermana. Las dos amigas lloraban abrazadas.

Jessenia: ¡Oh Hafida, lo siento! ¡Perdóname, te lo ruego!
Hafida: Jessenia, perdóname tú a mí...
Jessenia: Te tiré del pelo y te dije cosas horribles...
Hafida: Eso ahora ya no importa, no te preocupes. Debes ayudarnos a salir de aquí. Tu padre...


Jessenia: Debes creerme, amiga mía. Yo no sabía que mi padre hacía estas cosas...y ni muchos menos que te retenía contra tu voluntad para venderte. He venido en cuanto he podido. ¡No permitiré que se salga con la suya!
Hafida: ¿Que piensas hacer?


Jessenia: He golpeado al vigilante con una piedra. Tardará en recuperar la conciencia. Tengo dos camellos amarrados no muy lejos de aquí, escaparéis con ellos. Hay que caminar bastante, pero no podía arriesgarme a ser descubierta con camellos por los hombres de mi padre.

Todas saltaron felices al escuchar esas palabras. Veían luz en un túnel hasta ahora muy oscuro.

Hafida: ¡Eres la mejor!
Jessenia: Debemos darnos prisa, no tardarán en dar la voz de alarma.


Pasados unos minutos, uno de los hombres de Zayd descubrió el cuerpo de su compañero inconsciente en el suelo. Quitó el seguro de su rifle y se puso en guardia.

Tutoh: ¡Pero que narices!

Vio la puerta abierta y se asomó alerta. Las chicas habían escapado.

Tutoh: ¡Maldición! Esto no gustará nada al jefe...



Zayd acudió junto a su hijo y sus mejores hombres cuando Tutoh dio la voz de alarma. Estaba muy enfurecido. Había prometido a importantes compradores material de primera. Clacks preciosas que cumplirían sus más profundos deseos. Si escapaban perdería mucho dinero. También le preocupaba que acudiesen a las autoridades. Si se descubrían sus negocios corruptos, le meterían en la cárcel y se pudriría entre rejas el resto de su vida.

Zayd: ¡Solo tengo hombres incompetentes!
Makin: Padre, no desesperes. 
Zayd: ¡Nuestro futuro está en juego! Debéis atrapar a esas mujeres, a ser posible con vida...pero si no tenéis otra opción, disparad a matar. No podemos permitir que nos denuncien. Sabes que si nos descubren, iremos a prisión.
Makin: ¡Eso no ocurrirá, padre! Las encontraré.
Zayd: Llévate algunos hombres contigo. No quiero que regreses con las manos vacías.

Makin y algunos hombres salieron corriendo siguiendo el rastro de las huellas en la arena.

Makin: ¡No andan muy lejos! ¡De prisa!



Las chicas llevaban mucho rato corriendo sin parar. Encontraron unas palmeras dónde resguardarse del sol y descansar unos minutos. Estaban muy cansadas y nerviosas.

Nazira: ¡Pienso denunciar lo ocurrido en cuanto pueda!
Denise: Yo también lo haré. No podemos permitir que sigan traficando con clacks.
Jessenia: Siento mucho el sufrimiento que habéis padecido por culpa de mi padre. Haced lo que debáis. Si llego a saber lo que ocurría yo misma le habría denunciado. 
Hafida: Jessenia, ¿puedo hablar contigo a solas?
Jessenia: Por supuesto, ¿que ocurre?


Hafida: Comprenderás que denunciar a tu padre es inevitable.Sé que debe ser duro para ti, pero...
Jessenia: Jamás le podré perdonar que te haya hecho esto...tampoco a estas chicas. Siempre imaginé que los asuntos de mi padre eran ilegales pero no hasta este punto...De verdad que siento todo esto...
Hafida: No es culpa tuya. Nos has ayudado, eso es lo que cuenta. Quería comentarte otra cosa. Es sobre Simbat...
Jessenia: Mejor no toquemos ese tema, por favor. Todavía me sigue doliendo tu actitud...pero intento olvidar.
Hafida: Debemos hablar de ello. Tu padre amenazó a Simbat para que se casara contigo.
Jessenia: Eso no tiene sentido, Simbat me ama.
Hafida: Siento decirte esto, pero no es así. Tu padre le amenazó con matar a su padre y también a mi si se negaba.
Jessenia: No...eso no es cierto.


Hafida: Siento provocar este dolor en tu corazón...pero es verdad. Nazira fue testigo de ello. Ya sabes que precisamente ella no tiene razón para inventarse nada así, no somos amigas ni ningún interés en ello. Simbat me ama y yo a él, es así. Puedes volver a tirarme del pelo si lo necesitas o retirarme la palabra, pero es la verdad.
Jessenia: Yo pensaba que me amaba...¿Que más me puede ocurrir en la vida? No podría ser más desgraciada...El amor de Smbat era lo único que me daba fuerzas para seguir adelante...Ya no puedo más, esto es demasiado para mi...


Nazira: ¡Mirad! 
Indulala: ¡Vienen a por nosotras!
Jessenia:¡Es mi hermano y sus hombres!
Hafida: ¡Debemos huir!
Jessenia: ¡Tenemos que llegar a los camellos antes que nos alcancen!


Corrieron desesperadas siguiendo a Jessenia. Pamela estaba asfixiada. Correr sobre esa arena y con el implacable sol brillando resplandeciente en lo más alto era agotador.

Pamela: ¡No sé si podré correr por más tiempo!
Jessenia: ¡Ya falta poco!
Nazira: ¡Nos están disparando!
Hafida: ¡Se han vuelto locos!
Denice: ¡No os rindáis! 



Los hombres de Makin dispararon hasta alcanzar a una de las chicas en la espalda. Nazira cayó al suelo al momento. Pamela gritó alertando a las demás que corrían más adelantadas.

Nazira: ¡Ahh!
Pamela: ¡Le han dado! ¡Han disparado a Nazira!
Hafida: ¡Nazira!
Denise: ¡Malditos!


Se acercaron hasta ella. Hafida la abrazó y examinó la herida. Supo de inmediato que era un herida mortal. De estar cerca de algún hospital habría tenido alguna posibilidad pero en medio del desierto nada se podía hacer por ella.

Jessenia: ¡Estás perdiendo mucha sangre! ¡Debemos llevarte a un hospital!
Nazira: El hospital más cercano está demasiado lejos...Hafida, ¿es grabe? Me duele mucho...
Hafida: Nazira...
Nazira: No me mientas...
Hafida: Sí...es muy grabe.
Nazira: Voy a morir...en mitad del desierto...
Hafida: No te abandonaremos.
Denise: ¡Cargaremos con ella!
Pamela: ¡Se están acercando! ¡Debemos marcharnos ya!


Nazira: No, soy una carga y nada podéis hacer ya por mi.Os alcanzaran y moriremos todas...ya no siento dolor...
Hafida: ¡No te abandonaré! Entre todas te llevaremos, ¡podemos conseguirlo Nazira!
Denise: ¡No te rindas!
Hafida: Venga, te ayudaré.
Nazira: Hafida, es inútil...Quiero pedirte perdón por todas las veces que te he tratado mal...te envidiaba. Veía el amor entre Simbat y tú, que aunque no os declararais vuestro amor, tenía claro que os amabais. Tu amistad con Jessenia, tus aventuras en el extranjero...te envidiaba por todo y deseaba ser tu amiga...
Hafida: Nazira, ya eres mi amiga. Aunque me dijeses que no querías serlo. No te mueras, por favor...
Pamela: ¡Se están acercando!
Nazira: Hazme un favor. Cásate con Simbat, sé feliz. 
Hafida: Lo haré, te lo prometo.
Nazira: Haz que los hombres que nos han hecho esto lo paguen, por favor...
Hafida: Lo haré, aunque sea lo último que haga.
Jessenia: Yo también...
Nazira: Iros, no dejéis que os atrapen.... 


Jessenia: Yo me quedaré con ella.
Indulala: ¡Es una locura!
Hafida: De eso nada, es muy peligroso. Yo me quedaré con ella.
Jessenia: Me siento responsable de Nazira, esto es por culpa de mi padre y mi hermano. Yo cuidaré de ella en sus últimos momentos. A mi no me harán nada, soy de la familia.
Hafida: Está bien. Ten cuidado, amiga.
Pamela: ¡De prisa!
Hafida: Adiós...Nazira.
Jessenia: ¡No perdáis más tiempo! Los camellos se encuentran en esa dirección.

Huyeron a toda prisa. Todas menos Pamela lloraban por Nazira. 





Jessenia acariciaba a Nazira mientras esperaba su trágico final. 

Jessenia: Lo siento mucho, Nazira.
Nazira: No eres culpable de nada, Jessenia...te pido que dejes que Hafida y Simbat sean felices juntos...debes aceptar que él no te ama...
Jessenia: Pero yo sí que le amo...
Nazira: Eso no es suficiente...se valiente. Hoy  has demostrado gran valor...
Jessenia: Yo no soy valiente...¿Nazira? ¡Nazira!

Nazira dejó de respirar y murió. Jessenia lloraba abrazando su cuerpo sin vida. En ese momento llegó Makin con sus hombres.

Makin: ¡¿Jessenia?! ¿Que haces aquí?


Jessenia: ¡Habéis matado a Nazira!
Makin: Responde mi pregunta, hermana. ¿Que haces aquí?
Jessenia: Liberé a Hafida y las demás. Os escuché hablar a padre y a ti. No podía permitir que cometierais más injusticias.
Makin: ¿Fuiste tú?
Hafida: Sí. 


Makin propinó a Jessenia un golpe en la cabeza con la culata de su pistola. Ella cayó al suelo sorprendida. Sus hombres miraban expectantes la escena.

Makin: ¡Desagradecida! ¿Cómo crees que pagamos todos tus caprichos? ¿Crees que lo ganamos vendiendo zapatos en el mercado? Esto no le gustará nada a padre.


Jessenia intentaba levantarse pero veía borroso. Uno de los hombres examinó a Nazira.

Hombre1: Está muerta, señor.
Makin: Nos has hecho perder mucho dinero, hermanita. Por tu culpa nuestras vidas penden de un hilo. Si dan parte a las autoridades, nos arrestarán.
Jessenia: La culpa es solo vuestra, ¡sois unos delincuentes!


Makin: Maldita desagradecida...padre te castigará como mereces. Enterrad a la mujer aquí mismo.
Jessenia: ¡No! No es digno, ¡deja que la entierre como es debido!
Makin: No podemos correr riesgos. Aquí nadie encontrará su cadáver. 


Jessenia: Me engañaste...pensaba que eras diferente, hermano. Te admiraba, te quería. Por favor, debes entrar en razón. Dejad esta locura antes de que mueran más inocentes.
Makin: Definitivamente eres tonta, hermana. ¿Quieres llevar una vida pobre y desgraciada? Este negocio nos permite vivir bien. 
Jessenia: A costa de la vida de los demás. ¿Es que te da igual que Nazira esté muerta?
Makin: Ella está muerta por tu culpa. Tú las liberaste. Te aseguro que todavía seguiría con vida si no te hubieses interpuesto en nuestros planes.


Continuará...

sábado, 15 de marzo de 2014

Sed de sangre: Capítulo 04 - Todo se tambalea


Una luz especial iluminaba el bosque aquella noche. El verde follaje de las plantas y árboles parecía brillar con luz propia, proporcionando un paisaje casi mágico a aquel lugar. Sinéad guiaba a Wen y Estrella por aquel fantástico bosque. Había prometido llevar a Estrella al bosque y enseñarle los lugares dónde vivían los animales que hacían vida nocturna. Debido a sus paseos nocturnos y su pasión por la naturaleza, sabía exactamente dónde encontrar animales para fotografiar. Le caía bien Estrella. Su pasión por los animales y su gran corazón le habían conquistado. 

Wen: Que bonito está el bosque esta noche.
Estrella: Todo parece mágico con esta luz.
Sinéad: Suelo pasear muchas veces por aquí. Encuentro paz y serenidad en este lugar.


Sinéad: Es aquí. Guardad silencio, ellos os tienen miedo.
Estrella: ¿A ti no?
Sinéad: ...sí, quise decir nos tienen miedo.
Wen: Hacen bien escondiéndose de nosotros. No se pueden fiar...si no tuviesen miedo de los humanos, se extinguirían todos.
Estrella: Tienes razón...quien hiere o mata a un animal, debería ser juzgado como el que mata a una persona. No somos dueños de ningún ser vivo y tienen derecho a ser libres y en su habita natural.
Sinéad: Sí...pero el humano está destruyendo los bosques y con ellos las posibilidades de sobrevivir de muchas especies.


Sinéad: Silencio...Estrella, atenta. De aquel  hueco de ese grueso tronco saldrá una mofeta. 
Wen: Una mofeta...espero que no nos apeste...dicen que es insoportable.
Sinéad: Si no se siente amenazada no nos atacará. 
Estrella: Ya sale, es preciosa...

La mofeta salió de su madriguera con cautela. Miró alrededor y aunque vio a Estrella, no se asustó. Salió más confiada y proporcionó un buen ángulo para ser fotografiada.

Estrella: Es preciosa...parece un peluche.
Sinéad: Son unos animales muy bonitos. Me gusta mucho acariciar su pelaje.
Estrella: ¿Has acariciado alguna?
Sinéad:...sí, en una ocasión.
Estrella: Que suerte. Me siento privilegiada por poder contemplar esta maravilla de la naturaleza. Gracias, Sinéad.
Sinéad: De nada. Disfruto viendo como te emocionas. 



Sinéad: Estrella, observa allí arriba.
Estrella: ¡Es una lechuza!
Wen: ¡Que pasada! Mirad que blanca es. Parece sacada de un cuento.
Sinéad: Está concentrada. Seguramente esperando una buena ocasión para cazar una presa.
Estrella: Ya verás que sorpresa se llevará Vicrogo cuando le enseñe estas fotos. Gracias a ti estoy fotografiando animales sorprendentes.




Sinéad: Apartad. Ahí viene una serpiente.
Estrella: ¡Es enorme!
Wen: ¡Que asco! ¿Es venenosa?
Sinéad: No temáis, es inofensiva. Aunque no lo es para sus pobres presas...
Wen: ¡Es fascinante!
Estrella: No sabía que había tanta vida nocturna en el bosque. Hay muchos seres que viven por la noche.
Sinéad: Te sorprenderías...


Sinéad: Mira, por allá va un erizo. 
Estrella: ¡Que gracioso es! Son tan bonitos. De pequeña tuve uno de peluche y lo adoraba.
Sinéad: Se te escapa.
Estrella: Esperadme aquí, voy a ver a dónde va.
Wen: Ni se te ocurra tocarlo...
Estrella: No lo haré, no te preocupes.
Sinéad: No te alejes mucho, Estrella.


Sinéad y Wen se quedaron solos. Se sentaron en una enorme piedra y se miraron profundamente. Rodeados de naturaleza, aquel lugar les transmitía paz, una paz que llevaban tiempo deseando encontrar. Sinéad se ruborizó, no quiso entrar en la mente de Wen pero no pudo evitarlo. Él pensaba que estaba preciosa como un hada.

Wen: Este lugar es hermoso, pero no más que tú.

Sinéad enrojeció todavía más y no supo que decir. Aquella situación la pilló por sorpresa.



Wen: Disculpa, no se en que estoy pensando...
Sinéad: No debes disculparte, Wen. Agradezco el cumplido. 
Wen: Tu belleza es distinta, yo diría que celestial.
Sinéad: No sigas, me pondré más colorada...
Wen: No quiero incomodarte, perdona...No sé que me ocurre, Sinéad.
Sinéad: Wen...yo tampoco. Me siento confundida.
Wen: ¿De verdad? Yo me siento igual. Solo tengo clara una cosa.
Sinéad: ¿Cual?
Wen: No quiero que desaparezcas de mi vida.
Sinéad: No iré a ningún lado, te lo prometo. Contigo me siento tan bien...soy tan afortunada por tenerte en mi vida...pero siento que todo se tambalea. Las cosas que pensaba que eran sólidas en mi vida ya no lo son tanto...y tengo miedo.


Estrella hacía un rato que había vuelto de fotografiar al erizo y se agachó para inmortalizar a un escarabajo de curioso aspecto. En el silencio de la noche escuchó sin querer las palabras que se dedicaban Sinéad y Wen. Aturdida, se escondió tras unos matorrales y escuchó atenta.

Wen: Yo también tengo miedo...ya no sé que pensar. No quiero hacer daño a nadie...
Sinéad: Será mejor olvidar lo que nos ocurre. Aunque me hace feliz que sientas lo mismo que yo, todo esto es una mala idea.
Estrella: ¿Lo mismo? No comprendo...
Wen: Lo sé, no es conveniente. Por lo menos podemos ser amigos, eso no nos lo pueden arrebatar.
Sinéad: Cierto.
Wen: Sinéad...tengo algo que preguntarte.
Sinéad: Dime...
Wen: ¿Los vampiros tienen cosquillas?
Sinéad: A pesar de lo mitos que circulan por ahí, nosotros estamos vivos. Es cierto que no nos late el corazón, pero no por ello no sentimos lo mismo que un humano.
Wen: Esto tendré que comprobarlo.
Estrella: ¿Vampiros? No entiendo de que están hablando...


Wen se lanzó sobre Sinéad por sorpresa. Comenzó a hacerle cosquillas por todo el cuerpo y ella se revolvía intentando evitarlo. Los dos rodaron por la hierba riendo divertidos. 

Sinéad: ¡Wen! ¡No sigas por favor!
Wen: ¡Soy el monstruo de las cosquillas!
Estrella: No puedo creerlo...

Su visión de las cosas cambió de pronto. Aquella situación le hizo replantearse todo lo sucedido las últimas semanas. Aunque no se le habían pasado por la cabeza extrañas ideas, ahora no pudo evitar ponerse celosa y sospechar. 


Cuando se cansaron de jugar, se sentaron en la hierba y Sinéad acomodó su cabeza sobre el hombro de Wen.

Sinéad: Hacía tiempo que no me reía de esta forma.
Wen: Me gustaría poder parar el tiempo. Ahora mismo me siento muy feliz.
Sinéad: Yo también¿Dónde estará Estrella?
Wen: Estará entretenida con el erizo.

Sinéad no sabía como decirle a Wen que Eros le había pedido matrimonio y ella había aceptado. No se sentía capaz de destruir ese mágico momento.


Algo estaba sucediendo entre ellos, sentían algo especial el uno por el otro. Notaba como una columna vital de su corazón se agrietaba y perdía fuerza. Un sentimiento desolador invadió todo su cuerpo y sintió unas gamas tremendas de llorar. Apretó los ojos y reprimió el llanto. Tenía que asegurarse de que aquello era real, investigar. Tenía la necesidad de salir corriendo y huir lejos de allí. Si estaba en lo cierto, no sería capaz de superar la traición de Wen.



Al día siguiente, Wen se despertó más optimista. Aunque se sentía mal por muchas razones, saber que Sinéad se sentía igual de perdida que él le ilusionaba. No sabía muy bien lo que sentía, no tenía claro cuales eran sus sentimientos por ella, pero eran lo suficientemente intensos como para replantearse su vida. A pesar de ello, amaba a Estrella. No se imaginaba la vida sin ella y no quería dar un paso en falso y perder la para siempre. Desde que supo la verdadera identidad de Sinéad y Eros, se pasaba horas navegando por Internet buscando información sobre vampiros. Le obsesionaba saber si la gente conocía realmente la existencia de los vampiros. Por más que buscaba, ningún testimonio le pareció verídico. 


Llamaron a la puerta de su habitación y entró Estrella. Ella le saludó sin entusiasmo. En seguida se dio cuenta de que algo le ocurría.

Estrella: Buenos días.
Wen: ¡Cariño! Buenos días, que agradable sorpresa. ¿Que te ocurre? Pareces triste.
Estrella: He tenido pesadillas y no he dormido bien.


En realidad no había tenido pesadillas. No pudo pegar ojo en toda la noche dándole vueltas a lo que presenció y escuchó en el bosque. Se pasó la noche llorando bajo las sábanas.

Wen: Cariño mío, ¿que has soñado?
Estrella: Prefiero no hablar de ello...Que extraño que no esté Sinéad aquí.
Wen: Ya sabes que prefiere salir por la noche.
Estrella: Como todos esos animales nocturnos, ¿verdad?
Wen: Pues...no había pensado en ello. ¿Salieron bien las fotos?
Estrella: Sí, han quedado muy bien.


Estrella: ¿Que hacías?
Wen: Nada, mirando cosas en clickbay.

Wen cerró su ordenador portátil rápidamente. En otras circunstancias no abría reparado en ello pero ahora todo le parecía sospechoso. Sabía que Wen le estaba mintiendo. Siempre se lo habían contado todo y ahora le ocultaba cosas.

Estrella: Wen...quiero hablar contigo.
Wen: ¿Que ocurre?
Estrella: Eres el click más importante de mi vida. Te quiero con toda mi alma, lo sabes, ¿no?
Wen: Que cosas dices, pues claro que lo sé. Yo también te amo con locura.
Estrella: Estoy intranquila...
Wen: ¿Por?


Estrella se acercó a una de las ventanas y miró al exterior. Hacía un día soleado y tranquilo. 

Estrella: Me estás ocultando algo.

Aquellas palabras petrificaron a Wen. Sentía un sudor frío recorriendo todo su cuerpo. Temía que intuyese que sentía algo por Sinéad.

Wen: Eso no es cierto. Sabes que no tengo secretos para ti. Prometimos ser sinceros y lo estoy cumpliendo.
Estrella: Yo no lo siento así. Wen, este es el momento para aclarar las cosas y ser sincero. ¿Hay algo que deba saber?
Wen: No entiendo a que viene todo esto. No te estoy ocultando nada.

Pensó en el secreto de Sinéad y Eros y en los sentimientos que tenía por la vampiresa. Aquellas cosas no se las podía confesar. Había prometido guardar el secreto de Sinéad y Eros y no podía romper la promesa. Confiaba en Estrella, pero tenía que proteger a sus nuevos amigos. Se le podía escapar en alguna conversación y tampoco sabía cual sería su reacción. Por supuesto no le podía confesar que sentía algo por Sinéad, eso la destrozaría.


Se acercó hasta ella y la abrazó. Estrella correspondió el abrazo temblando. No quería perder a Wen por nada del mundo

Wen: Estás temblando, ¿estás bien?
Estrella: Temo que ya no confíes en mi. Soy tu novia pero también tu amiga.
Wen: Deja de preocuparte, por favor. Todo está bien, confía en mi.


Wenda entró como un huracán en la habitación. Tenía la mala costumbre de no llamar a la puerta y más de una vez se había encontrado a Wen vistiéndose medio desnudo.

Wenda: ¡Wen!
Wen: ¡Mamá! Tienes que llamar a la puerta, no sé cuantas veces te lo tengo que repetir para que lo hagas.
Wenda: Que sí. Hola, Estrella.
Estrella: Hola.
Wenda: Que mala cara tienes. ¿Has llorado?
Estrella: He pasado mala noche...
Wen: Mamá, ¿que quieres?
Wenda: Necesito que muevas un mueble de mi habitación. Se me ha caído un pendiente detrás y no puedo cogerlo. 
Wen: Está bien. Ahora vengo, cariño.
Estrella: Te espero.


Nunca lo había hecho, pero estaba decidida. El portátil de Wen estaba encendido. Tenía una oportunidad de oro para investigar. Quizás encontrase alguna pista sobre sus sospechas. Buscó archivos y todo aquello que le pareciese sospechoso, pero no encontró nada. En opciones de Internet, buscó en el historial y entró en las últimas páginas visitadas. Descubrió que se pasaba horas en páginas que hablaban sobre vampiros.

 ...A pesar de lo mitos que circulan por ahí, nosotros estamos vivos. Es cierto que no nos late el corazón, pero no por ello no sentimos lo mismo que un humano...

Recordó aquellas palabras de Sinéad. Al principio pensó que se trataba de una broma entre ellos, pero ahora ya no estaba tan segura.

Estrella: Los vampiros no existen, Estrella. Aunque solo sale por las noches y su aspecto es muy extraño. Dios mío, debo estar volviéndome loca...¿Wen enamorado de una vampiresa? No tiene sentido...



Las mujeres de la limpieza se pusieron manos a la obra. Terminadas ya las reformas, su misión era dejar impecable el hotel. Dirigidas por Chelo, limpiaron a fondo cada rincón del hotel. Trabajaron en equipo así que terminaron pronto y con éxito. Sufrieron algún percance, como la aparición de algún ratón, pero nada que no pudiesen solucionar. 




Al anochecer, Sus y Wen esperaban a Sinéad y Eros en recepción. El hotel ya estaba en funcionamiento y ya tenían reservadas algunas habitaciones.

Wen:¡Bienvenidos!
Sinéad: ¡Que bien ha quedado!
Eros: Impresionante, si señor.
Sinéad: ¡Sus, que guapa!
Sus: Uniforme del hotel. He dejado a Diamante a cargo de la juguetería mientras os ayudo. Quizás compagine la tienda con esto, me gusta estar aquí.
Sinéad: ¡Eso es fantástico!
Wen: Esta es la recepción. He colocado algunas sillas y revistas para los que esperan ser atendidos. Este puesto de venta será todo un éxito. Se puede comprar desde protector solar hasta una postal.
Eros: Buena idea, Wen.


Sinéad: Hola, Pandy.
Pandy: ####### (Aquí se permiten animales, ¿no?)
Sinéad: No te preocupes, aquí se permiten animales.
Pandy: ## (Ups)
Sus: Se aburre en la juguetería y no se quería ir con mi madre y los niños.



Sus: He mandado colocar un programa de ordenador que hará más fácil el trabajo a la recepcionista. Cuenta con caja fuerte y archivadores.
Sinéad: Me parece bien. No comprendo muy bien como funciona todo esto, así que confío plenamente en vosotros.


Sus: He reformado por completo la anticuada cocina. Aunque me comentaron que aquí vendría bien un área de juego para los niños, creo que una cocina en esta zona es ideal. Está cerca del comedor y eso facilitará el trabajo a los trabajadores.


Sus: Sineád, te presento a todos tus trabajadores.
Sineád: Hola...

No esperaba encontrarse con toda esa gente. Se ruborizó cuando todas las miradas se posaron sobre ella. Sintió una fuerte sensación de sed de sangre, pero la reprimió. 

Sus: Te los voy a presentar...a ver...


Sus: De derecha a izquierda. El metre, Joffrey. Es el encargado de que las cosas funcionen bien en la cocina y el comedor. Monique es su esposa. Es nuestra relaciones públicas. Conoce a mucha gente famosa y a toda la jet set del Playmundo. Atraerá a clientes interesantes. Hanna nuestra animadora sociocultural del hotel. Se encargará que los clientes no se aburran cuando se hospeden.


Sus: De derecha a izquierda. Flavio, Leo y Carlos, nuestros botones. Harán las funciones de camarero cuando pidan servicio en la habitación aunque Leo se encargará principalmente del transporte de las maletas. Ella es Laia una de nuestras recepcionistas. Aunque trabajará en este y también en el hotel de Clisandia. Para sustituirla contamos con Carolina, que no está presente en estos momento.


Sus: Nuestra Chef  es la tailandesa Yiu. He conseguido que mi abuelo ceda, es tan buena que no quería desprenderse de ella. Es una extraordinaria cocinera. Ya conoces a Manolo. Será el manitas del hotel


Sus: Es tu turno, Sinéad. Puedes dirigirte a ellos y decir algunas palabras.
Sinéad: ¿Yo? ¿Es necesario?
Sus: Todos esperan que hables...
Sinéad: Está bien...Espero que vuestro trabajo os sea grato. Quiero que en este hotel haya buen ambiente, así que no dudéis en dirigiros a mi si tenéis problemas o hay algo que no os guste...y bueno, eso es todo...


Sus: El turno de las limpiadoras.
Sinéad: Oh no...


Las limpiadoras se colocaron frente a ella. Sinéad tenía ganas de salir corriendo...


Sus: De izquierda a derecha. Loli y su madre Chelo. Marta, Isabel, Margarita y Celeste.
Sinéad: Bienvenidas, chicas. 


Cuando terminaron las presentaciones, cada uno se fue a su puesto de trabajo. Laia ya estaba en recepción cuando entraron los primeros clientes. A Sus y Sinéad se les cayó el alma a los pies cuando vieron entrar a Hermenegilda. Iba acompañada de sus amigas, Vicenta, Herminia y el marido de esta, Onofre.

Sus: No puedo creerlo...
Sinéad: El otro día me acorraló en el portal y me sonsacó lo del hotel...
Sus: Viene a la fiesta de inauguración de esta noche. Menudas son estas tres con la comida...Yiu tendrá mucho trabajo.
Hermenegilda: Ya estamos aquí. Vamos, moved el trasero que no tenemos todo el día.
Vicenta: Mis articulaciones no dan para más...además, Onofre conduce muy mal. Creía que vomitaría el estómago en esas curvas.
Onofre: ¡Conduzco de maravilla! Tengo todos los puntos de conducir y nunca me han puesto una multa. 
Vicenta: Sí, un conductor ejemplar, ¡venga ya!
Herminia: ¿Queréis dejar de pelear de una vez? Llevo todo el día sin comer reservándome para el bufete libre y al final me cerraréis el estómago.


Hermenegilda: Pálida millonaria, el hotel me parece muy bonito. Esperaba algo más clásico pero está bien. A partir de ahora las celebraciones familiares las haremos aquí, ¿que te parece?
Sinéad: Pues...
Hermenegilda: Lo sé, no tienes que darme las gracias. De todas formas, deja que hable con tu cocinero que le enseñaré a preparar unos buenos cocidos. Los clientes se chuparán los dedos. Hoy en día en los hoteles no sirven comida contundente como Dios manda. Fuimos a un hotel hace unos meses con el INSERSO y  que desastre, hija mía, que poca gracia me hizo la comida. Un chusco de pan, un trozo de queso sin sabor y una vasito de vino Don Clikmon, ¡menuda estafa! Por supuesto, no les compré nada...bueno, la manta  hidrpráctica. Dicen que va bien para la circulación pero hija mía, estos dolores no me los quitan ni a garrotazos. Se lo dije a mi primer marido, Gregorio. Que parezco el ispector Gachet, las piernas las tengo locas. El podre me decía, que en paz descanse, que parecía que tenían vida propia. Eso no lo sé, pero rabio cuando me...
Laia: Disculpe, señora. 


Hermenegilda se giró enfadada, odiaba que la interrumpiesen. Miró desafiante a Laia que la observaba sorprendida.

Onofre: Menos mal que he traído aspirinas...
Hermenegilda: ¿Que pasa, joven?
Laia: Necesito su DNI y que firme aquí.
Hermenegilda: Que barbaridad, ¡ni que fuese una ladrona! Que no me voy a llevar nada...
Vicenta: Pues yo las toallas me las llevaré...
Herminia:Y yo, que son bien monas y hacen el apaño. Los jabones también. Los que tengo puestos en los cajones de la ropa interior ya no desprenden olor.
Laia: Son las normas del hotel, será un momento.
Sus: Sí, no es por desconfianza. 


Al girarse, Sinéad había desaparecido. Hermenegilda miró en todas direcciones sorprendida. Sus tampoco entendió que se hubiese marchado tan rápidamente sin que se diesen cuenta. Aunque luego pensó que había sido muy inteligente y se arrepintió por no haber hecho lo mismo.

Hermenegilda: Rayos, parece que se la ha tragado la tierra. Estará liada con tanto trabajo. Mira, pues te lo cuento a ti. 
Sus:Es que...
Hermenegilda: Mi amiga Fernanda, que no ha podido venir porque tiene análisis de sangre mañana a primera hora ya me lo decía "como me sigan doliendo las piernas de esta forma, me desplazaré a rastras como los perros moribundos". Ay hija, es que cuando aprieta el dolor y te tomas los...


Sinéad había escapado a toda prisa sin ser vista. Después de pasar tanta vergüenza ante todos sus trabajadores y hacer un esfuerzo por hablar ante ellos, lo último que necesitaba era un terrible monólogo de Hermenegilda. Vio salir del hotel a Eros y Wen juntos y sintió un pinchazo en su corazón. Ahí estaban los dos hombres por los que suspiraba. No concebía la vida sin Eros, lo amaba con toda su alma y su amor era puro. Por otro lado estaba Wen, por el que sentía algo muy especial...un sentimiento que no sabía describir. Tenía que intentar olvidarse de él...pronto se casaría con Eros y no podía echarlo todo a perder.



En la mansión de Wen y Sus...

Lilu y Lulú hablaban animadas en su habitación. De vez en cuando iban a dormir juntas en aquella alcoba que tantos ratos buenos habían pasado juntas. Chiluca dormía en el sofá y Cayetana olisqueaba el suelo. Lilu compraba a través de Internet.

Lilu: Te mueres, nena. Un short Clacknel al 50% de descuento, ¡me lo pido!
Lulú: ¡Yo quiero otro, cari!
Lilu: Pues dos. Se me salen los eyes, nena, ¡un bolso Louis Clicktton con un 10% de descuento! Muerta en la bañera, ¡muerta en la bañera me quedo! Ayy, perfecto para el conjunto que me compré el otro día. ¡Pa la saca!
Lulú: Yo no puedo gastar más, que mamá se enfada.
Lilu: Te invito yo, nena. Otro para ti. Le compraré otro a Sidra, que me dijo que quería uno como estos.
Lulú: Gracias sister del alma. Oye, ¿y tu amorcito?
Lilu: Nos veremos esta noche, ¡me tiene loquita! Cari, ¡Duque es todo pasión! 
Lulú: Que envidia te tengo, nena.
Lilu: Lo amo tanto Lulú, ¡no puedo vivir sin él!



Estrella: ¿Puedo pasar?
Lulú: ¡Staaar! Pues claro, cari. Pasa, no te quedes ahí.
Estrella: Gracias.


Lilu: Aquí estamos, de compras.
Estrella: ¿Que compráis?
Lilu: Ropa de marca, nena. ¿Dónde tienes la ropa que te regalé? ¡Nunca te la pones!
Estrella: Es que...no me siento muy cómoda...para ocasiones especiales pues sí...
Lilu: ¡Star! Todas los días son ocasiones especiales, ¡tienes que vivir?
Lulú: Mal careto tienes, querida. ¿Que te ocurre?
Estrella: Creo que Wen ama a otra...


Lilu: ¡¿Qué?! ¡Me vuelvo loca! Nena, debes estar de broma...
Estrella: No bromearía con una cosa así...
Lulú: Cari, ¿estás segura?
Estrella: No del todo, pero...
Lilu: Mi primo perdió la cabeza cuando te secuestraron, ¡no había quién lo animase! Se pasaba todo el día en la cama escribiendo su diario, no puede ser cierto.
Estrella: Me gustaría estar equivocada...
Lilu: Cuando pille al zoquete de mi primo le voy a dar más patadas que un futbolista a un balón. ¡No puede hacerte esto!
Estrella: No por favor, no digáis nada. 
Lilu: ¿Quien es la otra?
Estrella: Prefiero no desvelar su identidad. 


Lulú: ¿Que piensas hacer?
Estrella: No lo sé...
Lilu: Nena, busca su diario. Mi primo escribe un diario personal. Quizás ahí encuentres las pruebas que necesitas para saber si ama a otra...