miércoles, 15 de noviembre de 2023

La gran aventura: Capítulo 17: Susurro en la noche

Sus se despertó sobresaltada. Miró alrededor y todos dormían. Agnes abrazada a su almohada y Duclack con una pierna fuera de la cama. Había escuchado un susurro. Alguien había pronunciado su nombre, pero estaba claro que no podían ser sus amigas. Volvió a escuchar el susurro pero esta vez parecía proceder del exterior. Se levantó y salió fuera. Hacía frío y corría viento.

Sus: ¿Hola?


Se dirigió hacia el puente y esperó a escuchar de nuevo ese lejano susurro. 

Sus...

El susurro procedía de la parte baja de la isla. Debía bajar unas escaleras de piedra hasta llegar a los calabozos, ahora inutilizados. Antaño servían para encarcelar a todo tipo de despreciables clicks. 



No sabía si bajar, pues le aterrorizaba la idea de encontrarse al fantasma de uno de esos presos, pero necesitaba averiguar quién la estaba llamando.

Sus, ven a mi...

Sus: ¿Quién eres?

Nadie le contestó, así que se armó de valor y bajó. Las olas golpeaban contra las rocas y salpicaban a Sus. Gracias a una antorcha y una luz azul que provenía del fondo del mar, podía ver por dónde pisaba. 


Sus, no te detengas...

Llegó a bajo pero allí no había nadie. Pensó en volver a la cama e ignorar esa voz. Calentita, junto a sus amigas y a salvo.

Sus: Si no das la cara me marcharé. 

Sus, ven a mi...


La voz procedía de una de las ventanas del calabozo. Tenía barrotes muy resistentes y no tenía ni idea de dónde estaba la puerta de acceso. Miró con cautela pero con la seguridad que le proporcionaban los barrotes al interior del calabozo. Estaba completamente oscuro. Escuchaba gotas caer pero nada más. El olor a humedad era muy intenso.

Sus: ¿Hola?


De pronto, de esa intensa oscuridad apareció un rostro. Sus gritó asustada y se apartó de la ventana.

No temas, por favor...

Sus: ¿Quién eres?
Nesi: Sus, soy Nesi.
Sus: ¿Nesi?
Nesi: No hay tiempo, debes escucharme con atención. Ha sido muy difícil llegar a ti. Tienes que reaccionar antes de que sea demasiado tarde.
Sus: No entiendo qué está pasando.


Nesi: Estás en casa de Agnes y Lúa. Ahora estás inconsciente, tumbada sobre la cama. Ese demonio te ha atrapado y está intentando acabar contigo. Vas saltando de un mundo imaginario a otro.
Sus: No puede ser, esto es real. Estoy con Duclack y Agnes...
Nesi: ¡Nada de eso es real! Todo es un trampa para que no puedas despertar. Debes colaborar conmigo para que te pueda sacar de ahí.
Sus: Estoy muy confundida...
Nesi: Tus hijos te están esperando. Diamante, tu familia y tus amigos. Debes luchar por ellos.
Sus: ¿Existen? Mis hijos todavía no han nacido...
Nesi: Sus, no hay tiempo para explicaciones. El demonio se ha dado cuenta de que te estoy intentando ayudar. Debes confiar en mi.


Sus: ¿Y qué debo hacer?
Nesi: Busca una luz blanca a tu alrededor y ve hacia ella. ¿Ves alguna?
Sus: Sí, hay una, pero está al otro lado de la isla, en unas cuevas. No puedo llegar a ella. Debería tirarme al agua y el mar está embravecido.
Nesi: Está bien. Confía en la serpiente.
Sus: ¿Qué serpiente?
Nesi: Hay una serpiente en el agua. Es muy grande y sabe nadar. Quiere ayudarte ya que ella soy yo. Deja que te lleve a la luz. 


La serpiente no parecía peligrosa, pero a Sus le daba algo de miedo debido a su gran tamaño. Era de color negro y matices rosas. En su cabeza tenía dos pequeños cuernos.

Nesi: No te hará ningún daño.
Sus: Está bien. No me comas, por favor. 

Sus se agarró a la serpiente con cuidado. Estaba fría y húmeda. Esta la miró con ternura y empezó a nadar. Aunque al principio le había dado miedo, en esos momentos se sentía completamente segura.


De pronto, un montón de voces alarmaron a la serpiente. Miró atrás asustada. En la orilla que ya habían dejado atrás, estaban todos los habitantes de la isla. 

Duclack: ¡Sus, vuelve! 
Agnes: ¡Sus, esa serpiente es muy peligrosa!
Sus: ¡Debemos ir a por ellas! No puedo dejarlas aquí.
Nesi: Es el demonio. Tus amigas no están ahí.
Chino Juan: ¡Vuelve, esa selpiente te matalá! ¡No confíes en ella!
Duclack: ¡No nos abandones, Sus!
Sus: ¡Venid conmigo!
Nesi: No las escuches.


La serpiente dejó a Agnes al otro lado de la isla. Miró a Duclack, Agnes y Chino Juan. Estaban gritando muy nerviosos.

Sus: Son mis amigas...
Duclack: ¡Nos has abandonado! ¡Mala amiga!
Agnes: Prefieres estar con una sucia y repugnante serpiente a estar con nosotras.
Chino Juan: ¡Si no vuelves, matalé a tus amigas!
Sus: No, definitivamente estas no son mis amigas. Chino Juan nunca diría algo así.


Nesi: Por fin te has dado cuenta. Es el momento de marcharte de ese lugar. Debes volver a la realidad. Ve hacia la luz, no te pares.
Sus: ¿Qué me ocurrirá?
Nesi: No te ocurrirá nada malo, te lo prometo. Debes darte prisa, el demonio usará otras tretas para atraparte.

Sus se acercó a la luz. Era muy potente y su resplandor la deslumbraba. 


De pronto, el señor Grey emergió de ella. Estaba muy furioso y la agarró de los brazos con fuerza.

Señor Grey: ¡Nadie abandona mis dominios! 
Sus: ¡Socorro!
Nesi: ¡Resiste!


El demonio tiró a Sus al suelo y empezó a arañarle la cara. Era pequeño, pero tan fuerte que no conseguía quitárselo de encima.

Señor Grey: ¡Voy a crear para ti un mundo de terror del que no podrás escapar jamás!
Sus: ¡Nesi, ayúdame!


La intensa luz se tornó violeta y Nesi salió de ella. Apartó al demonio y alargó los brazos para agarrar a Sus.

Nesi: ¡No te sueltes!
Sus: ¡No lo haré!


Tiró fuertemente de ella y las dos desaparecieron en la intensa luz, que se tornó blanca. El demonio empezó a gritar desesperado. Era la primera vez que perdía a alguien en su mundo.

Señor Grey: ¡Maldita seas, Nesi! ¡Ella es mía!


Nesi estaba sentada en una silla muy cómoda en una habitación de paredes rojas. Su concentración había sido absoluta, por lo que al abrir los ojos se mareó un poco. Tumbada en la cama de aquella habitación se encontraba Sus, con los ojos cerrados y tapada con una manta azul.


Nesi: No ha despertado...

Lo había intentado todo. Introducirse en esos mundos oscuros y remotos en la mente de Sus no había sido fácil. El demonio había puesto todos los obstáculos que conocía para que no consiguiese llegar a ella. Había conseguido llegar hasta Sus, pero parecía que de nada había servido.


De pronto, Sus abrió los ojos. Nesi no se había percatado de ello, estaba sumergida en sus propios pensamientos. Sus entendió que había despertado, que por fin había dejado atrás esos mundos creados por ese demonio. 


Se incorporó y Nesi se levantó al momento de su asiento.

Nesi: ¡Sus!
Sus: ¿Esto es real?
Nesi: Es real, el demonio ya no está. ¿Te encuentras bien?
Sus: Sí, creo que sí. ¿Dónde estoy?
Nesi: Estás en la casa de Agnes y Lúa.
Sus: ¿Cómo he llegado aquí?
Nesi: Decidimos traerte aquí. El hospital está lejos y yo sabía que no podrían ayudarte.


Sus: Nesi, ¿eras tú quién me llamaba en la isla de Ayuma?
Nesi: Así es. Me costó mucho llegar a ti. Intentaba desvirtuar esos mundos cambiando cosas de forma brusca para que te percataras de que aquello no era real.
Sus: Funcionó. Pandy cambió de formas un montón de veces.


Se levantó de la cama ya abrazó a Nesi agradecida.

Sus: Muchas gracias, Nesi. De no ser por ti, estaría todavía en esa cama. ¿Ese demonio no volverá?
Nesi: Ya no podrá atacarnos. He conseguido devolverlo a su mundo, aunque se aferraba a ti con fuerza y pretendía llevarte con él, finalmente se han cerrado todas las puertas para que pueda volver. No está muerto, pero tampoco puede hacernos daño.


Diamante se estaba tomando una tila en la cocina comedor de la casa de Agnes y Lúa. Agnes se la había servido mientras preparaba para los demás.

Agnes: Debes tranquilizarte, Diamante. Sus se recuperará. Nesi sabe lo que hace.
Diamante: No puedo perderla, Agnes...
Agnes: No la perderás, te lo prometo.


Agnes puso más agua a calentar y le dio la espalda a Diamante. Le había prometido algo que no sabía con seguridad si se cumpliría. Escuchó pasos bajando la escalera y pensó que sería Nesi.

Agnes: ¿Deseas una tila, Nesi?


Agnes: ¡Sus!

Diamante y Agnes la miraban aliviados. Estaba allí de pie, ante ellos, aparentemente en perfecto estado.

Sus: Hola.
Diamante: Sus...


Ambos se abrazaron. Diamante lloraba de felicidad y alivio.

Diamante: Pensaba que te había perdido. ¿Estás bien?
Sus: Estoy bien, tranquilo.
Agnes: Me alegra que te hayas recuperado.
Sus: Gracias, Agnes. ¿Dónde están los niños?


Agnes: Están fuera, jugando con los animales. Duclack los está entreteniendo.
Sus: ¡Una vaca!
Agnes: Es muy riquiña, ya lo verás.

Sus vio a Suselle, Pradito y Dante acariciando la vaca y dándole de comer.

Sus: Una no sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Soy muy afortunada.


Salieron al exterior de la casa de Agnes. Estaba rodeada por montañas y un inmenso bosque. Duclack y Sebastián paseaban a Bosco y Mar en un carrito.

Sus: Esto es precioso. ¡Qué bien huele!
Agnes: Es el mejor olor del mundo.


Pradito acariciaba a un ternero que lamía su mano agradecido. 

Pradito: ¡Eres muy guapo y bueno!
Lúa: Parece que le caes bien.


Dante: Yo quiero tener una vaca.
Suselle: ¿En casa?
Dante: Sí. Nos daría leche todos los días para desayunar y podríamos jugar con ella todo el tiempo.
Suselle: ¿Y cómo piensas meter una vaca en casa? ¡Son gigantes y necesitan vivir en el campo!
Dante: La sacaría todos los días de paseo y no le faltaría cariño.


Sus: ¡Niños!
Suselle: ¿Mamá? ¡Es mamá!
Dante: ¡Mamá, estás bien!


Dante, Suselle y Bosco se abrazaron a Sus muy emocionados. 

Suselle: ¿Ya no estás mala?
Sus: No, gracias a Nesi estoy perfectamente.
Bosco: ¡Vivaaaa!
Dante: ¡Hay que celebrarlo!
Lúa: Montaremos ahora mismo una fiesta.


Duclack: Sus, no sabes lo que me alegra que estés bien. Estábamos tan preocupados...
Sus: Lo sé. Estoy bien, no tienes que preocuparte.
Duclack: No sé que habrá hecho Nesi, pero ha funcionado.
Sus: Sí, es maravillosa. Chicos, soy muy feliz por teneros en mi vida. Espero poder vivir muchos años a vuestro lado, os quiero muchísimo.


Nesi y Agnes observaban la escena desde el balcón de la casa.

Agnes: Le has salvado la vida.
Nesi: Sus es fuerte. Yo solamente la he guiado hacia la luz.
Agnes: No te quites mérito, Nemesis, digo, Nesi.


Nesi: Lo importante es que ella está bien y ese demonio ya no nos molestará más.
Agnes: Eso es fantástico.
Nesi: Aunque quizás este sea otro mundo imaginario y esté atrapada en él. Quizás Sus y yo nunca logramos vencer al demonio y esta sea otra realidad creada por ese ser.
Agnes: Eso sería demasiado descabellado, Nesi.
Nesi: Es una posibilidad, pero prefiero pensar que no.
Agnes: Claro que no. Vamos, vamos a ayudar a Lúa a montar una pequeña fiesta por la recuperación de Sus.


                                                         FIN
 

domingo, 5 de noviembre de 2023

La gran aventura: Capítulo 16: Progresión

Chino Juan: Eles fuelte, Sus. Debes despeltal. Todo está en tu mente.

Sus estaba tumbada sobre un colchón en el suelo. Duclack, Agnes y el Chino Juan estaban sentados junto a ella. En la pequeña estancia en la que se encontraban, habían colocado velas que iluminaban muy discretamente. Sus estaba sumida en un sueño profundo del que no había despertado.


Chino Juan lucía el mismo peinado que siempre, recogido en un moño, pero su pelo era oscuro, sin rastro de ninguna cana. Duclack era una adolescente de diecisiete años que miraba preocupada a su mejor amiga. A esa edad, Duclack llevaba siempre sus dos coletas. Vestía con un kimono blanco y un cinturón azul.

Duclack: ¿Está bien? No se despierta...
Chino Juan: No preocupal, ella despeltalá, es muy fuelte.


Agnes: Está sufriendo.

Al igual que Duclack, Agnes también era una adolescente. Vestía con un kimono blanco y su pelo largo suelto.

Chino Juan: Estas plogesiones a veces son muy difíciles de asimilal. Sus no ha conseguido asimilal ese futulo y ha cleado monstluos que la están atolmentando.
Agnes: Debe hacer que vuelva, por favor.


Chino Juan: Está luchando con esos demonios, pero sin dalse cuenta, ha vencido. Sus, puedes volvel ya a la lealidad.


Sus se sentó y respiró como si hubiese estado aguantando la respiración bajo el agua. Ella también era una adolescente. En su adolescencia, Sus llevaba el pelo así, corto por los hombros. También lucía un kimono, pero el de ella era azul marino.

Duclack: ¡Sus! ¿Estás bien?
Sus: ¿Eh? ¡¿Dónde está el demonio?! Me estaba persiguiendo...
Duclack: ¿Un demonio?


Chino Juan: Tlanquila, ese demonio no existe. Estaba en tu imaginación. Has vivido una ploguesión al futulo.
Sus: ¿Dónde estoy?
Duclack: Aquí, con nosotros. Estamos en isla Ayuma, ¿no lo recuerdas?
Sus: No.
Duclack: Es la isla de Chino Juan, dónde solemos venir una vez al año para meditar y desconectar.


Sus: Hace mucho que no voy a Ayuma, desde que era una adolescente.
Agnes: Pero Sus, somos adolescentes.
Sus: Eso es imposible. ¿Olvidáis que tengo hijos?
Agnes: ¿Hijos? Oh, veo que esta progresión te ha confundido mucho...
Chino Juan: Eso ela un futulo, o un posible futulo, Sus.


Sus: ¿Esto es una broma? No tiene ninguna gracia.
Chino Juan: Todavía estás desolientada, Sus. Eles una adolescente, no estás casada ni tienes hijos.
Sus: Tengo tres hijos y lo sabéis perfectamente. Suselle, Bosco y Dante. Además, Duclack también tiene hijos.
Duclack: ¿Yo? No quiero tener hijos...
Chino Juan: Debes mantenel la calma, Sus.


Sus: ¡Y un cuerno! ¡A mi no me engañáis!

Sus se levantó y salió corriendo al exterior. No comprendía lo que estaba ocurriendo y estaba convencida de que le estaban tomando el pelo.


Al salir, descubrió que efectivamente se encontraba en Ayuma, la isla de Chino Juan. Hacía muchísimos años que no iba, no entendía cómo había llegado allí. El lugar era precioso. Estaba en la parte alta de la isla, dónde Chino Juan tenía instalada la casa dónde se hospedaban los alumnos y visitantes.

Duclack: ¡Sus, espera!


Allí convivían más adolescentes junto a miembros del equipo de instructores de Chino Juan. Todos vestían con el típico quimono blanco. Cada uno tenía tareas asignadas y convivían en harmonía, o al menos eso intentaban.

Sus: ¡Esto no tiene ningún sentido!
Agnes: Sus...
Chino Juan: No le agobiéis. Sigue confundida y todavía tiene que asimilal esta lealidad. 


Chino Paco: ¡Maestlo! Este alloz está de lechupete. Es el telcel cuenco que me zampo.
Chino Juan: Debes contlolal tus ansias pol comel, Paco.
Chino Paco: Comel es lo mejol del mundo, maestlo.
Sus: Recuerdo a Chino Paco...pero hace años que no sé nada de él.


Chino Pepe: ¡Señolitas! Estoy plepalando una sopa de setas muy lica.
Agnes: ¡Mmm, seguro que estará muy rica!
Chino Pepe: La cena estalá lista en una hola. 


Sus se asomó por uno de los acantilados. Las olas chocaban con furia contra las rocas. El viento la despeinaba y el mar infinito que rodeaba la isla la sobrecogió. No cabía la menor duda, se encontraba en isla Ayuma.

Sus: ¿Cómo he llegado aquí? 

Se miró en un charco y para su sorpresa, su aspecto era la de una adolescente.


¿Estaba volviéndose loca? No sabía qué pensar. Empezó a caminar desorientada, intentando encontrar sentido a todo aquello. Llegó al puente que unía ambas partes de la isla. Dos chicas vestidas con kimono conversaban alegremente sin prestarle atención.


Chino Juan: Sus, debes tlanquilizalte. Todo está bien.
Sus: Nada está bien.


Cruzó el puente corriendo seguida de los demás, que la perseguían preocupados.

Duclack: ¡Sus, espera!


Al cruzar el puente, se encontró con más chicas en kimono y uno de los amigos de Chino Juan. Venía de sacar agua del pozo. La miró y le sonrió alegre, pero al verla tan estresada, se preocupó.


Chino Antonio: Señolita Sus, ¿se encuentla bien? Vengo de sacal agua flesca del pozo, ¿quieles bebel un poco?
Sus: No, gracias. ¿En serio soy una adolescente?
Chino Antonio: No sel el más sabio de la comunidad, pelo eso sí que te lo puedo asegulal. ¿Has hecho alguna ploglesión?
Sus: Sí...
Chino Antonio: Es nolmal que estés así. Se vive tanto que palece que esa es tu lealidad.


Carmencita: Mira, la loquita de Sus. Nos han dicho que crees que te has casado y tienes hijos.
Anacleta: Está zumbada.
Carmencita: Todas hemos hecho la progresión al futuro. No entiendo que seas tan floja e incapaz de diferenciar lo que es real y lo que no.
Anacleta: Eres muy flojita. Ya nos presentarás a tus hijos, jajajaja.


Sus: He vivido muchas cosas, eso no puede quedar en nada. Sé que aquello era real.
Carmencita: Ves a un loquero.
Carmencita: Era una progresión a un posible futuro, despierta de una vez que está en babia. 


Sus: ¡Yo no estoy en babia! ¡Quizás seas tú la loca!
Carmencita: ¿Quieres pelea? Tengo ganas de darte un par de tortas.
Duclack: Sus, por favor. No les hagas caso, son unas problemáticas.
Agnes: Meteos en vuestros asuntos.


Chino Juan: Sus, ya basta, pol favol. Has vivido una ploguesión muy intensa. En esa vida elas madle y tenías una vida de adulta, pelo esa no es tu lealidad. 
Sus: Yo quiero volver a mi vida, ¡echo de menos a mis hijos y a Diamante!
Duclack: ¿Diamante? No te preocupes, cuando volvamos a casa lo verás.
Chino Juan: Descansa, plonto velás las cosas con clalidad. 


Sus: Yo quiero volver a esa vida. No puedo vivir sin mis hijos...
Duclack:Yo todavía no he hecho la progresión, pero quizás no la haga. No quiero pasar lo mismo que estás pasando tú...


Se sentaron las tres y Sus se empezó a relajar.

Agnes: En esa progresión estabas casada y con hijos, pero eso todavía no ha pasado y puede que no ocurra, no se sabe. Yo la hice ayer y también me perturbó un poco. 
Sus: Sigo confundida.
Duclack: ¿Dices que en ese futuro yo tenía hijos?
Sus: Sí. Estabas con Sebas...
Duclack: No me lo digas. Creo que no lo quiero saber. 
Agnes: Chino Juan considera que esto nos ayudará a rectificar nuestro camino y reconducir nuestras almas.
Sus: Preferiría no haberlo hecho. Es que ni recuerdo cómo he llegado aquí...


Duclack: ¿No lo recuerdas? Tu abuelo nos trajo en su yate. Se quedó con Diamante, Wen y tu madre en el puerto de Clisandia, pasando unos días en el mar. Dentro de dos días vendrán a buscarnos.
Sus: ¿Mi abuelo está vivo?
Agnes: ¡Pues claro!
Sus: Empiezo a ver cosas positivas al estar aquí. Le echo de menos...
Duclack: Deja de pensar en lo que has vivido. Vamos a ayudar a preparar la mesa para la cena que luego tenemos sesión de lectura de relatos de terror.


Las chicas ayudaban con la comida. Algunas debían ayudar a Chino Paco con la comida. Sus se sentía extraña, pero tranquila. Podría volver a abrazar a su abuelo y eso, le animaba. Además, se encontraba tan a gusto en aquella isla, que ese futuro con hijos le parecía cada vez más lejano. 


Carmencita: Sus, todavía tengo ganas de zurrarte.
Sus: No tengo tiempo para ti. Intenta olvidarme y concéntrate en tus deficiencias. Si sigues así terminarás muy mal.
Carmencita: ¿Es que eres mi madre?
Chino Juan: Calmencita, luego tengo que hablal contigo. Si no dejas esa actitud violenta, tendlé que expulsalte.
Carmencita: Lo siento... 


Agnes abrazó a Sus, contenta por cómo había afrontado las provocaciones de Carmencita. Duclack le cogió de la mano feliz.

Duclack: Venga, tengo ganas de leer con vosotras y pasar una noche emocionante.


Continuará...